El coordinador nacional del Movimiento Cristiano Liberación, preso de conciencia para Amnistía Internacional, lleva encarcelado en régimen de máxima seguridad desde noviembre de 2016 por haber criticado el legado de Fidel Castro a raíz de la muerte de este último
El calvario del disidente cubano Eduardo Cardet Concepción, coordinador nacional del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), encarcelado desde el 30 de noviembre de 2016, se ha visto algo atenuado por la concesión del Premio Patmos, otorgado por el instituto del mismo nombre a cristianos cubanos comprometidos, «pero su lucha puede ir más allá de las libertades religiosas», según afirma a ABC el pastor bautista Mario Félix Lleonart, fundador y coordinador del citado instituto. «Aunque sin duda alguna, y gracias a Dios, encontramos en Cuba muchas personas que podrían ser merecedoras de nuestro premio, el ejemplo del doctor Cardet Concepción, católico activo y practicante, quien está preso como muestra de tal compromiso, no nos dejó lugar a dudas». De ahí que el jurado del premio, integrado por miembros de Patmos de dentro y fuera de Cuba, opinase por unanimidad que el coordinador del MCL era el candidato más apropiado para la edición de este año.
Credenciales de compromiso con la causa de la libertad de Cuba no le faltan a este médico de familia afincado en Holguín, casado y padre de dos hijos: elegido para llevar las riendas del MCL en noviembre de 2014, dos años después, con motivo de la muerte de Fidel Castro, realizó unas declaraciones críticas hacia la figura y legado del dictador, que motivaron su encarcelamiento. Desde entonces, permanece en régimen de máxima seguridad, lo que intensifica su aislamiento y dificulta el contacto con su familia, tanto el presencial como el telefónico.
Los últimos dos meses han sido especialmente duros: la última visita de su familia se produjo el pasado 13 de agosto, a mediados de septiembre le fue negada por tercera vez la libertad condicional y la última vez que pudo comunicar con su familia por teléfono fue el día cinco de este mes. Obviamente, semejantes condiciones de detención han hecho mella en su salud, causando especial preocupación los frecuentes brotes de asma. Ya en marzo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le otorgó medidas cautelares, al considerar que su situación es de «grave riesgo» y Amnistía Internacional le ha otorgado el estatuto de «prisionero de conciencia». Ahora, la concesión del Premio Patmos, el primer reconocimiento procedente de compatriotas suyos, es una nueva llamada de atención sobre su situación.
Al margen de Cardet, el Instituto Patmos, creado en Cuba en 2013 por líderes cristianos, ha desarrollado una intensa actividad en los últimos meses a raíz de la presentación, en enero, de un informe sobre libertad religiosa en Cuba, redactado a petición del Alto Comisario de Derechos Humanos de Naciones Unidas, y que también fue enviado a la Santa Sede. En febrero, el cardenal Marc Ouelllet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina escribió una carta al pastor Lleoenart, en la que manifestaba su preocupación por el estado de la libertad religiosa en Cuba. Asimismo, Lleonart fue recibido en abril por el Nuncio Apostólico en Estados Unidos, el arzobispo Christophe Pierre.
[Publicado por cortesía de José María Ballester Esquivias y del periódico ABC]