México mantenía este lunes su intensa búsqueda de Joaquín "El Chapo" Guzmán, el poderoso narcotraficante que se volvió a esfumar el sábado de un penal de máxima seguridad, mientras investiga si gozó de la complicidad del director o trabajadores de la prisión.
Sin rastro del capo a más de 30 horas de su espectacular huida por un sofisticado túnel debajo de una ducha, sobrevuelan muchos interrogantes sobre qué permitió que "El Chapo" se escapara del penal El Altiplano, ubicado a 90 km de la capital, apenas 17 meses después de su aclamada captura.
Desde Francia, donde se encuentra en visita de Estado, el presidente Enrique Peña Nieto ordenó la persecución masiva de Guzmán, que está siendo buscado por cientos de elementos de la Policía Federal, el Ejército y la Marina Armada, y mostró su confianza en que pronto sea reaprehendido. Pese al impacto de la fuga, Peña Nieto decidió mantenerse en Francia y envió de vuelta a México al secretario (ministro) de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para que encabece las investigaciones.
Estados Unidos se ofreció a ayudar a recapturar "rápidamente" a Guzmán, considerado hasta su entrada en prisión como el narcotraficante más poderoso del mundo por el imperio criminal que erigió en varios continentes con su cártel de Sinaloa (noroeste).
La segunda fuga de "El Chapo" de una prisión de máxima seguridad mexicana puede agigantar las leyendas que le rodean. La primera vez que se evadió fue en 2001 escondido en un carrito de lavandería. Después de fortalecer su negocio y sostener sangrientas batallas contra sus enemigos durante los 13 años que vivió en la clandestinidad, "El Chapo" fue detenido en febrero de 2014 y el gobierno de Peña Nieto presentó la captura como su mayor triunfo en la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, si ahora "logra llegar a Sinaloa y esconderse en sus montañas, va a ser muy difícil su captura porque ahí tiene la protección de sus habitantes", dijo a la AFP Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA).
Desde el domingo, la fiscalía general toma declaración a 30 empleados de El Altiplano, entre ellos su director, Valentín Cárdenas, para establecer si jugaron algún papel en la fuga de "El Chapo". Muchos mexicanos no se explican todavía cómo nadie se dio cuenta de las obras necesarias para la evasión del narcotraficante.
Sin que se percataran las cámaras de la prisión, Guzmán huyó por un orificio cavado debajo de la ducha de su celda, que daba a un túnel de 1,5 km que tenía alumbrado, ventilación y hasta una motocicleta adaptada sobre rieles.
Este tipo de fuga "no se puede hacer sino a través de la corrupción o de la amenaza a custodios. No sólo se trata de ofrecer dinero, sino de amenazar a sus familias", cree Javier Oliva, experto en seguridad de la pública Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con miedo de que la fuga de hace 14 años pudiera repetirse, desde Estados Unidos se había solicitado la extradición del capo, que es perseguido en ese país por diversos crímenes y es considerado el enemigo público número 1 en la ciudad de Chicago. El gobierno mexicano rechazó la petición estadounidense alegando que antes debía pagar por sus crímenes en el país y que esta vez no había riesgo de fuga, mientras Peña Nieto dijo hace un año que sería "verdaderamente imperdonable" que Guzmán se les volviera a escapar.
Esta segunda huida "deja al gobierno de México muy mal, porque había una especie de nacionalismo judicial, donde se había dicho que no iba a haber extradición de 'El Chapo' a Estados Unidos porque en México había las capacidades para resguardarlo encarcelado", afirma el experto en seguridad Raúl Benítez Manaut.
Con su popularidad a la baja desde la desaparición y presunta masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en septiembre, la huida de Guzmán supone un duro golpe para el gobierno de Peña Nieto, que había hecho de la eficacia y coordinación interna sus banderas para enfrentar al crimen organizado.