Miles de cubanos se han sumado a una inciativa de recogida de firmas en Change.org demandando a Netflix que retire el filme "La Red Avispa (Wasp Network)", estrenado el pasado viernes por la plataforma de streaming.
"La comunidad cubana del exilio le exige a Netflix que la retire de su cartelera porque defiende a los espías castristas, asesinos sentenciados en Estados Unidos; y retrata como "un Capo" a José Basulto, y como terroristas a los cubanos involucrados en la ayuda", indica la petición que sobrepasa las 12 mil firmas.
La película ambientada a principios de los 90, intenta mostrar la infiltración de espías castristas entre grupos del exilio, especialmente la organización Hermanos al Rescate. La operación de la llamada Red Avispa terminó con cinco de esos espías condenados en EEUU por cargos de asesinato y espionaje y liberados luego en un canje de prisioneros entre Cuba y la Administración de Barack Obama.
El filme, escrito y dirigido por Olivier Assayas a partir del libro de Fernando Morais Los últimos soldados de la Guerra Fría: La Historia de los Cinco Cubanos, es protagonizado por por Penélope Cruz, la cubana Ana de Armas; el mexicano Gael García Bernal; el venezolano Edgar Ramírez Arellano (el terrorista El Chacal en la miniserie de televisión Carlos); el brasileño Wagner Moura (el Pablo Escobar de Narcos); el argentino Leonardo Sbaraglia, quien encarna a José Basulto, y el chileno Pedro Pascal.
Desde su estreno las críticas han sido desfavorables, tildan la película de propaganda, de ser aburrida, injustificadamente larga, torpe y mal hecha.
La comunidad cubana en el exilio también ha denunciado que se trata de una versión completamente parcializada de los hechos a favor del régimen cubano.
Los personajes que recrea esta película y que La Habana considera como héroes son culpables del asesinato de los pilotos de Hermanos al Rescate el 24 de febrero de 1996 en aguas internacionales donde perdieron la vida tres estadounidenses de origen cubano, Carlos Costa, Mario de la Peña y Armando Alejandre Jr., y el residente cubano, Pablo Morales.
A pesar de los múltiples intentos del régimen de La Habana por justificar la operación bajo el pretexto de que habían sobrevolado el espacio aéreo cubano, el derribo de las avionetas fue condenado por la Unión Europea, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, entre otras organizaciones internacionales. Una exhaustiva investigación de la Organización de Aviación Civil Internacional (OAIC) determinó que las naves fueron derribadas en aguas internacionales, que las autoridades de Cuba no cumplieron los protocolos de aviso establecidos, tampoco intentaron desviar las naves fuera de las zonas de peligro, ni ordenaron a los pilotos que aterrizaran en un aeródromo designado.
Tras conocerse el informe, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1067 (1996) (13 votos a favor, ninguno en contra y la abstención de Rusia y China) que condenó el uso de armas contra aviones civiles y llamó al régimen de La Habana a cumplir con las leyes internacionales.
