Pablo Manuel Martínez, de Camagüey, está convencido de que a su hijo lo mataron en la cárcel Kilo 7 de esa ciudad. "Lo mataron de una manera tan sórdida –dice– que no descansará hasta esclarecer debidamente los hechos, o lo que es lo mismo: poner cada cosa en su lugar, para la posteridad".
Su hijo Sandy Pablo Martínez, de 30 años de edad, murió abrasado por el fuego dentro de una celda, con los brazos atados, en cruz, a dos rejas. Dice el padre que nadie lo socorrió a tiempo, que gritó hasta la muerte y que además los carceleros llevaban tres días seguidos golpeándolo hasta hacerlo desmayar, entre el 25 y el 28 de julio de este año, fecha en la que falleció.
El hombre pudo ver el cadáver calcinado, según narró al programa Contacto Cuba de Radio Martí. El cuerpo tenía un 90% quemado.
Luego, explicó a este reportero, recibió llamadas telefónicas de reos compañeros de su hijo, indicándoles que investigara, que a Sandy lo dejaron morir y que tal vez alguien le dio fuego premeditadamente. La versión que manejaron las autoridades giró sobre el suicido, pero a Pablo Manuel le cuesta creer que su hijo, atado de ambos brazos, haya podido encender un fósforo con los pies.
"Se desmontó un hombro tratando de escapar, tratando de soltarse, en fin, tratando de salvarse", comenta el padre.
Además de escribir una carta al gobernante Raúl Castro y no recibir respuesta, este hombre se acercó al periodista independiente de Camagüey Fernando Vázquez y le contó la historia.
Fernando Vázquez informó a Martí Noticias con la finalidad de denunciar un caso concreto de muerte violenta dentro de un penal, que no ha sido investigado. "Uno más –dice Vázquez–, porque en las cárceles de este país mueren muchos reos por autolesiones y también de manos de los militares, pero se trata de un territorio inaccesible para investigar".
En Cuba, la separación de poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no existe. Todo es una misma entidad, de manera que son muy comunes los "casos cerrados" indebidamente.
Un abogado contratado no llega a ser independiente en sentido general, pero aun así, Pablo Manuel Martínez, en el momento de esta entrevista, se encaminaba hacia el tribunal de Holguín –provincia vecina donde radica el órgano rector de justicia más cercano a Camagüey– para impugnar un juicio en sus palabras "sucio", que se realizó contra un capitán (no trascendió el nombre del oficial) al que condenaron a un año y seis meses de reclusión por negligencia, para dar por concluido el proceso por la muerte de Sandy Pablo Martínez.
De doliente directo a abogado de defensa
Con su apelación en Holguín, el padre quiere continuar el proceso para llegar hasta la persona que presuntamente fue capaz de incendiar a Sandy Pablo, quiere recabar los nombres de quienes lo dejaron morir y denunciar por escrito que previamente casi matan a su hijo a golpes. De paso, abogar a favor del capitán que fue utilizado como "cabeza de turco" para dar por concluida la "investigación" que en realidad, dice el padre, nunca se realizó.
Según comentó a Contacto Cuba, con la voz rajada, el capitán que ha sido condenado estaba reparando la bomba de agua del correccional en el momento en que su hijo gritaba y nadie lo auxilió. Pero la palabra "negligencia", a su entender, es muy amplia y a la vez ambigua. El capitán sancionado fungía como responsable de la cárcel en el turno en el que ocurrieron los hechos.
Cuando se le pregunta a Pablo Manuel Martínez si su hijo era un preso común o político, no titubea al decir que cumplía condena por homicidio, que Sandy Pablo mató a la mujer con la que vivía.
Eso no quita que el hombre quiera investigar las circunstancias en las que murió su hijo, con un sufrimiento prolongado y que nadie allí haya sido capaz de salvarlo. La teoría del suicidio no termina de convencerle.