Varias de las obras expuestas en la XII Bienal de La Habana, que se celebra hasta el 22 de junio, no llegarán intactas al fin del evento por los actos de vandalismo y el desgaste producido en sus instalaciones.
Algunos artistas han visto cómo sus propuestas han sido destrozadas. Es el caso del canario Carlos Nicanor, "Lemon Way" ("Camino Limón"), que ya nada tiene que ver con su idea original.
De su obra, compuesta por un conjunto de ladrillos amarillos que formaban un camino desde el Malecón hacia la ciudad, muchas de las piezas ya no existen. Tal y como explica la revista Vistar al describir la situación: "un grupo de jovenzuelos se entretenía en las inmediaciones del monumento, lanzándose unos a otros piezas integrantes de la obra…", sin protección por parte de los organizadores de la Bienal.
Otro de los autores más representativos, el cubano José Parla, llevó hasta la cita cuatro esculturas pintadas a la entrada del parque Maceo para la exposición global Detrás del Muro, que representan fragmentos de ciudades que han sufrido una transformación especial, caso de Nueva York, Tokio, La Habana y Miami.
Se trata de piezas decoradas con pinturas abstractas –pero también realistas según afirma el creador– en sus dos lados. En estos últimos días, los daños provocados por vándalos habían causado un hueco en una de las tres piezas.
Igual suerte ha sufrido el "Cubo azul" de Rachel Valdés, cuyo deterioro impide ya que el público pase al interior y pueda contemplarla.
Ni siquiera las recomendaciones del ministro de Cultura, Julián González Toledo, quien recordaba recientemente la necesidad de "cuidar y velar por la conservación del patrimonio artístico y cultural que la Bienal pone al alcance de la mano", han servido para evitar los destrozos.
El ministro afirmaba que "las obras de arte, aun cuando convocan a la interacción, son, y pueden llegar a ser, de un valor incalculable". En este caso algunas de ellas pueden haber perdido ese valor por la falta de vigilancia.