Los preparativos para el inicio el próximo mes del curso escolar en Cuba sacan a la luz las diferencias sociales. En medio de las carencias, las familias enfrentan el reto de vestir, calzar, alimentar y proporcionar a sus hijos útiles escolares.
Este lunes, en la localidad de Guanabo, al este de La Habana, comenzó la venta de los uniformes en medio de largas colas para adquirir el producto.
La activista María Elena Mir Marrero dijo a Radio Televisión Martí que los padres se aglomeran en la tienda ante el temor de que los uniformes no alcancen, o se acaben las tallas pequeñas. "A lo mejor un niño que usa la cuatro tiene que comprar una 12", explicó.
En opinión de Mir Marrero, el comienzo del curso escolar acentúa más la diferencia de clases sociales en la isla. "Hay niños que van con un pedacito de pan, porque el padre aunque quiera no puede... y esos niños se sienten tristes", dijo.
El periodista independiente Augusto César San Martín se enfrenta por primera vez al desafío. Su hijo comienza el primer año escolar. San Martín señaló que la uniformidad de todos los niños con sus pañoletas contrasta mucho con las posibilidades de cada padre para proveerles lo necesario para que asistan a clases.
El inicio del curso complejiza mucho más la ya difícil situación económica de la familia cubana, dijo el comunicador. "Unos tenis que solo les van a durar tres o cuatro meses para hacer actividad física es un problema económico para algunas familias. Una merienda diaria es otro problema (...) y es una de las cosas que marca la diferencia entre los niños dentro de una misma aula", señaló.
A los costos se suman los maestros repasadores, ya que la calidad de los profesores y de la educación en general en la isla "ha bajado mucho", por lo que los padres tienen que pagar "una educación extra después del horario escolar", con un gasto de "tres a cuatro dólares semanales".