Con una visita a los más desfavorecidos, las cerca de 23.000 familias que viven en el suburbio del Bañado Norte, en Asunción, y una misa multitudinaria que fue un auténtico homenaje a la cultura popular y guaraní del país, terminó la visita del papa a Paraguay.
Aunque aún le queda el encuentro con los jóvenes en Costanera en la rivera del río Paraguay antes de volver a Roma, Francisco celebró una misa multitudinaria que cerró su gira por Latinoamérica en la que también visitó Ecuador y Bolivia.
"Sé bien cuánto se quiere al papa en Paraguay. También yo les llevo en mi corazón y rezo por ustedes y por su país", fueron las palabras con las que Francisco terminó la ceremonia y que sonaron a despedida de este viaje.
Francisco comenzó el día con una visita a los habitantes del Bañado Norte, una de las zonas más pobres de la capital paraguaya, donde criticó la "fe no solidaria" y "mentirosa" de quien va a misa, pero no sabe lo que ocurre en los barrios marginales.
Allí, escuchó los testimonios de dos personas que denunciaron al Estado por el abandono que sufren.
"El Estado no se ocupa de nosotros ni nos mira con buenos ojos, no nos ve como sujetos de derecho", resaltó García, quien denunció los planes de especulación inmobiliaria de la intendencia de Asunción "con proyectos que no son para favorecernos y que apuntan a desplazarnos", explicó María Adolfina García, coordinadora en el lugar.
Tras caminar por las calles del suburbio, donde viven 23.000 familias, Francisco afirmó que "una fe que no se hace con solidaridad, es una fe muerta. Es una fe sin Cristo, una fe sin Dios, una fe sin hermanos. Una fe mentirosa".
Francisco, aunque rápidamente, pudo probar en una de las callejuelas del Bañado, un mbeju (tortilla de almidón), con mate cocido (infusión) y sopa paraguaya (bizcocho salado de queso), un desayuno típico paraguayo que le había preparado una de las habitantes de este lugar.
Después de la misa en la explanada de Ñu Guazu, que en guaraní significa "Campo Grande", una base militar y que se convirtió en un auténtico lodazal por las lluvias de los días pasados, fue un auténtico homenaje a la cultura popular del país y de la cultura indígena.
Cantos populares, lecturas e incluso el padre nuestro en guaraní y el espectacular altar formado por mazorcas y semillas locales fueron la particularidad de la misa que celebró el papa Francisco en la explanada de Ñu Guazu en Asunción ante más de medio millón de personas.
A la misa de hoy acudió la presidenta de argentina, Cristina Fernández, quien estuvo sentada en la zona de autoridades junto con el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, y al final de la misa subió al altar para saludar al pontífice a quien le regaló un cuadro.
En este descampado brillaba, ya desde la noche con una impresionante iluminación, el retablo que decoraba el altar de la misa, formado por 32.000 mazorcas de maíz, más de 200.000 pequeños cocos y cientos de miles de semillas.
Este altar, realizado por artista plástico Koki Ruiz, fue un tributo al mundo del arte popular paraguayo y la religiosidad heredera de las misiones jesuíticas.
Los cantos religiosos adaptados a la musicalidad popular fueron entonados por un coro compuesto de 500 voces y la Orquesta Sinfónica Nacional.
Anteriormente, en su homilía el papa instó a los fieles a la hospitalidad, que dijo "es una de las características fundamentales de la comunidad creyente" y agregó que el cristiano es quien aprendió a hospedar, a alojar".
Antes de dejar Paraguay a las 19:00 hora local (23:00 GMT), Francisco almorzará con los obispos de Paraguay y se reunirá con los jóvenes en Costanera.