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El Papa evaluó en 1998 las necesidades de la Iglesia y el pueblo cubanos


Juan Pablo II junto a Fidel Castro.
Juan Pablo II junto a Fidel Castro.

La Agencia Católica de Información (ACI) acaba de rescatar fragmentos de un ensayo publicado en julio de 1998 por el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio.

La Agencia Católica de Información (ACI) acaba de rescatar fragmentos de un ensayo publicado en julio de 1998 en el que Jorge Mario Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, escribe sus impresiones sobre el encuentro entre el papa Juan Pablo II y Fidel Castro.

En Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, publicado por la editorial argentina de Ciencia y Cultura, el papa Francisco reflexiona sobre las homilías, discursos y saludos pronunciados por el santo polaco Juan Pablo II y habla de temas cruciales como el diálogo, las necesidades y el papel de la Iglesia Católica en Cuba.

A continuación reproducimos parte del texto publicado por la agencia de noticias católicas:

El diálogo

"La importancia y el valor del diálogo radican, precisamente, en que por su práctica, es posible arribar a la verdad fundamentada en el Evangelio".

Castro y el Papa “tuvieron que escuchar y escucharse

"La evangelización a través del diálogo no es una actitud asumida en forma improvisada, sino por el contrario, Juan Pablo II ha internalizado un esquema racional de diálogo como plan concertado, como método en su misión pastoral'.

"El papel de la Iglesia, y en especial del Vicario de Cristo, es la de liberar, dialogar y participar, para construir la comunión entre los hombres y la Iglesia".

El santo polaco ayudó a abrir "el diálogo entre el cristianismo y el marxismo" y reiteró "con firmeza su pedido de libertad, dignidad y democracia para el pueblo cubano".

Castro y el Papa "tuvieron que escuchar y escucharse".

"Se puede advertir nítidamente que no es un diálogo entre protagonistas presentes, que no es un diálogo político, que los conceptos fueron vertidos al ritmo del movimiento de un tablero de ajedrez, ya que prácticamente, salvo en contadas oportunidades, no confluyeron en un mismo discurso".

Economía cubana

San Juan Pablo II criticó "tanto al modelo de Estado moderno que pretende ampararse en el ateísmo o en motivaciones seudo-religiosas para enunciar sus ordenamientos políticos", como a "aquellos otros que adoptan una forma de neoliberalismo capitalista", que subordina al ser humano y condiciona "el desarrollo de los pueblos a la fuerza pura del mercado".

Sobre el socialismo, recordó que este "ha cometido un error antropológico al considerar al hombre sólo en su rol de parte en el entramado del cuerpo social" y criticó que use la lucha de clases para lograr sus fines.

"El segundo factor de crisis, ha sido la ineficacia de la revolución en su aspecto económico. No debe entenderse esta cuestión como meramente técnica, sino más bien como consecuencia de la violación de los derechos humanos a la iniciativa, a la propiedad y a la libertad en el sector de la economía", indicó.

Labor de la Iglesia y Derechos Humanos

"La visita de Juan Pablo II implica mantener abiertos los canales de comunicación".

"Juan Pablo II revaloriza la necesidad de ese pueblo a gozar de los derechos que le son propios, como el de libertad de expresión y el de capacidad de iniciativa y propuesta dentro del ámbito social, ya que ese ejercicio les permitirá colaborar en la búsqueda del bien común".

"La defensa de la libertad de la Iglesia debe ser extendida y proyectada hacia la defensa de la libertad de cada persona, de cada familia, de cada organización o asociación, en el sentido propio de la autonomía y de la soberanía".

"La Iglesia debe contribuir a la labor de la comunidad, en la que el bienestar de la nación debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos. Esa tarea, esa búsqueda del bien común, puede ser alcanzada única e insoslayablemente por medios pacíficos y graduales".

"Contar con un amplio margen de libertad, como también de obtener los medios necesarios para la difusión del Evangelio de Cristo".

"El mensaje de Juan Pablo II al pueblo cubano resaltó la contribución esencial del vínculo matrimonial para la consagración de la institución familiar, como tarea que Dios les ha encomendado al hombre y a la mujer".

Transición en Cuba

"Es necesario para Cuba y para otras naciones, emprender un plan tendiente a transformar algunas estructuras y en especial sus instituciones políticas, para sustituir regímenes corrompidos, dictatoriales o autoritarios, por otros democráticos y participativos. La libre participación de los ciudadanos en la gestión pública, la seguridad del derecho, el respeto y la promoción de los derechos humanos, se erigen como requisito imperativo, como condición necesaria para tender al desarrollo del hombre, de todos los hombres".

"Al preguntarnos sobre cuáles son los derechos que la Iglesia reivindica como naturales del hombre, nos encontramos con la completa enumeración de Pío XII en su Mensaje de Navidad de 1942: 1º El derecho a conservar y desarrollar la vida corporal, intelectual y moral; 2º El derecho a una formación y a una educación religiosa; 3º El derecho al culto de Dios, privado o público, comprendido en él el ejercicio de la acción caritativa religiosa; 4º El derecho, en principio, al matrimonio y a la obtención de su fin; 5º El derecho a la sociedad conyugal y doméstica; 6º El derecho al trabajo como medio indispensable para el mantenimiento de la vida familiar; 7º El derecho a la libre elección de un estado de vida y también, por consiguiente, del estado sacerdotal o religioso; 8º El derecho al uso de los bienes materiales en la conciencia de los propios deberes y de los límites sociales. Todos y cada uno han sido abordados en la visita de Su Santidad a Cuba, desarrollados en los diálogos sostenidos con los distintos sectores de la comunidad".

"Lamentablemente llegamos a la conclusión que muchos de ellos, por motivos varios y que no siempre responden a una lógica clara, han sido anulados, mutilados u ocultados durante largo tiempo al pueblo cubano".

"Mientras exista injusticia, se alzará la voz de la Iglesia para que el reclamo de los que sufren sea oído y reconocido. Este gran cambio en las sociedades del mundo no se dará sin antes transformar el corazón de cada uno de nosotros. Esta transformación del corazón será el inicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos".

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