Hoy conmemoramos el 20 aniversario de la firma en 1998 de la Ley Internacional de Libertad Religiosa (Ley de IRF).
La ley de IRF amplió las capacidades de la política exterior de Estados Unidos para promover y defender la libertad religiosa alrededor del mundo.
Se basa en la firme convicción de nuestros padres fundadores de que la libertad de las personas a creer en lo que quieran es un derecho dado por Dios, fundamental para el éxito de una nación.
La protección de la libertad religiosa es esencial para la política exterior del gobierno de Trump, y proteger este derecho humano es parte sustancial de lo que nos define como estadounidenses.
La libertad religiosa aparece primera entre los derechos enumerados en nuestra Constitución. Donde hay libertad religiosa, existe una mayor estabilidad y mejores oportunidades económicas.
En los veinte años desde que se firmó el Acta de la IRF, hemos hecho progresos significativos. Estoy orgulloso del equipo que tenemos en el Departamento de Estado, liderado por el Embajador Brownback, donde cada día trabajan incansablemente para promover la libertad religiosa.
Pero en este día, también somos conscientes de esos lugares alrededor del mundo donde muchos no tienen libertad de culto o no pueden practicar la fe que profesan.
Hoy, reafirmamos el valor inherente y la dignidad que existe en cada ser humano, dados por nuestro creador con derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Aunque los desafíos a la libertad religiosa son sobrecogedores, no son insalvables, y vamos a seguir trabajando incansablemente para asegurar que todos puedan disfrutar esta libertad universal.
