En los cuatro años que la cubana Yaquelín Vera ha vivido en Trinidad y Tobago como refugiada de Naciones Unidas han sido muchas las razones por las que dice no puede conciliar un sueño profundo.
Las vicisitudes propias de la cotidianidad de un país que repele al extranjero, las ansias por el día del reasentamiento en un tercer país, que no llega, pero sobre todo la salud de su hijo Erick Reyes "Cuco", de 20 años.
"Me partía el alma verlo retorcido en el piso por los dolores abdominales y yo sin poder hacer nada", cuenta Yaquelín.
Es que Cuco desde hace muchos años sufría los efectos y dolores producidos por una hernia umbilical, que en Trinidad y Tobago nunca se pudo operar.
“En Trinidad solo podemos asistir como refugiados a un hospital público, un turno médico puede demorar años, imagínate una operación”, dijo la mujer que en más de una ocasión ha protagonizado manifestaciones de protesta frente a la sede de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, en reclamo de los beneficios que le corresponden y el reasentamiento.
Pero la noticia de que el buque hospital USNS Comfort de la Armada de Estados Unidos había emprendido una misión por varios países de las Américas para colaborar con la atención médica de refugiados y nativos en la región, y que llegaría a Trinidad y Tobago el 4 de septiembre, la "llenó de esperanza”.
“Sin perder tiempo, llené los formularios en internet, pedí para mis otras dos hijas y para mi mamá, pero solo aceptaron a Cuco, quizá por capacidad”, explicó Yaquelín, que asegura que su hijo fue el único paciente cubano atendido durante la misión del buque hospital en Trinidad.
Por fin llegó el día, no lo podía creer, su hijo sería operado en el Comfort, anclado en el Golfo de Paria, a tres millas del puerto de Brighton, en la zona de La Brea, presto a auxiliar a entre 500 y 700 personas diariamente, la mayoría refugiados venezolanos.
El buque de 272 metros de eslora, originalmente tanquero y convertido en hospital en 1987, está habilitado para atender a heridos en conflictos bélicos y también brindar ayuda humanitaria en casos de desastres naturales o atentados como el del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Estuvo en el Golfo Pérsico durante la “Operación Tormenta del Desierto” (1990-1991), sirvió como centro para procesar a inmigrantes haitianos en 1994, también hizo presencia en la guerra de Irak (2003), ayudó a víctimas del huracán Katrina (2005), del terremoto de Haití en 2010 y del huracán María en 2017 en Puerto Rico.
Militares "llenos de amor"
Desde Curepe, barriada donde viven, Yaquelín y Cuco demoraron tres horas en llegar al puerto.
“Un cola muy bien organizada, personal médico te hacía una entrevista previa, muchos hablaban español. Eran militares, pero llenos de amor”, manifestó Yaquelin con sentimiento al comentar sobre la tripulación que está integrada por más de 200 médicos, enfermeras y técnicos militares y civiles estadounidenses y de otras naciones.
Una lancha de la armada trinitense los trasladó hasta el Comfort. Una vez a bordo, Yaquelín quedó impresionada.
“Es que son perfectos, todo a su tiempo, bien planificado, y sobre todo el trato esmerado, la dedicación a cada paciente y sus acompañantes”, señaló.
Por su parte, el joven dijo que no prestaba mucha atención a lo que ocurría a su alrededor porque no era solo que padecía dolor por la hernia, era el cosquilleo perenne en el estómago, una mezcla de angustia, ansiedad y miedo.
“No niego que sentía miedo, pero sabía que estaba en buenas manos”, dijo Cuco, que fue operado el 5 de septiembre y hoy se recupera sin contratiempos.
“La limpieza impecable, excelente comida hasta para los acompañantes, y no solo te atendían con trato desmedido, te consolaban aunque el padecimiento de tu familiar no fuera grave,” comentó la madre.
Tres días pasó Yaquelín en la embarcación al lado de su hijo. Pero lo que nunca reveló es que entre sus pertenencias llevaba una bandera cubana.
“Me motivó a llevar la bandera el sentir, saber que una vez dentro de ese buque estaba pisando territorio americano. Me sentí libre y con la protección que un refugiado anhela como ser humano”, sentenció Yaquelín con la voz entrecortada, porque dice estar segura que por primera vez un cubano civil desplegaba la insignia nacional de su país abordo del buque hospital Comfort, de la marina de guerra de EEUU, que comanda el capitán Charles Cather.
“Fue como un gesto de agradecimiento por los servicios prestados a mi hijo, que de una vez y por todas lo libraron de los tormentos que padeció por mucho tiempo a causa de una enfermedad que en Trinidad , simplemente, no tenía cura inmediata”.