La nominación la pasada semana del abogado cubanoamericano residente en Miami, Alexander Acosta, al frente del Departamento de Trabajo en el gabinete del presidente Donald Trump, parece otro paso de la administración que confirma el renacer del poder cubano en Washington.
Trump anunció la nominación durante una conferencia en la Sala Este de la Casa Blanca, tras la retirada de Andrew Puzder, la primera opción del presidente.
De ser confirmado por el Senado, Alexander Acosta sería el primer y único hispano en el gabinete de Trump y el tercer cubanoamericano en llegar a las más altas esferas dentro del gobierno de EEUU, antes lo habían hecho Mel Martínez y Carlos Gutiérrez, bajo la administración republicana de George W. Bush, pero después de ello pasaron ocho años del demócrata Barack Obama donde el poder cubano fue disminuido a un punto en que para los radicales cambios hacia el restablecimiento de relaciones con el régimen del general Raúl Castro, la élite exiliada no fue ni siquiera consultada.
Pero ahora el cantar es otro, el mismo día de la nominación de Acosta, Trump reconoció en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, una vez más, que los cubanos habían sido muy buenos con él durante las elecciones presidenciales en que el voto de los exiliados fue determinante en su victoria en la Florida.
Trump dijo además que en la cena que había tenido el día anterior con el senador cubanoamericano Marco Rubio habían conversado sobre Cuba. "Tuvimos una muy buena discusión sobre Cuba", declaró el presidente. Trump quien calificó el encuentro con el cubanoamericano y su esposa de "realmente maravilloso", aseguró que ambos compartían visiones similares sobre el tema.
Antes de la cena por mediación de Rubio, y sin siquiera estar en la agenda, Trump recibió junto al vicepresidente Mike Pence a Lilian Tintori , esposa de Leopoldo López.
Tras el encuentro, Trump exigió en su cuenta de Twitter la inmediata liberación del preso político venezolano.
Días después EEUU reiteró en un comunicado el pedido de excarcelación para un centenar de "prisioneros de opinión", entre ellos Leopoldo López.
El congresista republicano Mario Díaz-Balart recientemente reconoció en entrevista con The Associated Press que han "tenido más conversación con la gente de alto nivel de Trump acerca de Cuba, que lo que tuvimos en ocho años con los funcionarios de la administración de Obama".
El legislador federal agregó que intentó durante los ocho años reunirse con el presidente Obama o alguno de sus funcionarios para hablar de Cuba, tocó y llamó por teléfono pero se topó con una pared.
Pero a tan solo tres meses desde la elección de Trump, sus asesores ya han sostenido varias reuniones con legisladores cubanoamericanos, lo cual les hace confiar que su voz será otra vez considerada como antes a la hora de tomar decisiones sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba.
A inicios de la semana pasada el vicepresidente Mike Pence se reunió con los congresistas cubanoamericanos Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz Balart y Carlos Curbelo.
El cambio es notable y podría influir en los destinos de Cuba, como ocurrió en otras administraciones republicanas.
Cubanoamericanos en su equipo de transición
Nada más ser elegido el mandatario número 45 de EE.UU, Trump designó a cuatro cubanoamericanos para garantizar la transición: Carlos Díaz Rosillo, Mauricio Claver Carone, Yleem Poblete y John Barsa.
De ellos, Diaz-Rosillo fue nombrado posteriormente Director de Políticas y Coordinación Interagencias en la Oficina del Asesor Principal del Presidente en Política.
Díaz-Rosillo asesoró a Trump para asuntos de autoridad ejecutiva en el equipo de transición a la presidencia, y posee una vasta experiencia en temas como el poder presidencial, acción administrativa, liderazgo ejecutivo y proceso de toma de decisiones políticas.
Trump y la posición anticastrista
"El legado de Fidel Castro es uno de fusilamientos, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza, y la negación de los derechos humanos fundamentales", fue el mensaje de Donald Trump tras la muerte de Fidel Castro el 25 de noviembre pasado.
Su vicepresidente Mike Pence tuvo palabras similares cuando publicó en su cuenta de Twitter: "El tirano Castro ha muerto. Amanece una nueva esperanza. Estaremos del lado de la gente oprimida en Cuba para que haya una Cuba libre y democrática ¡Viva Cuba Libre".
Como parte de su campaña en la Florida, Trump fue invitado a la sede en Miami del grupo anticastrista Brigada de Asalto 2506.
"No los defraudaré", dijo el ahora mandatario a un nutrido grupo de exiliados cubanos.
Reza el refrán que quién bien siembra, bien recoge. Los cubanos anticastristas se aprestan a celebrar su cosecha. Sin embargo, en La Habana parecen desconcertados. No pueden o no saben calibrar lo que les vendrá de la mano de Donald Trump. Pero una cosa si le queda clara al generalato de la isla, y es que el renacer del poder de los cubanos, en cualquiera de las dos orillas, es una merma para su propio poder totalitario.