Olvídese del competitivo espíritu olímpico, o la fiesta de los juegos. En la agenda de Sochi-2014 esos temas están en segundo plano. La principal tarea será luchar contra el terrorismo. La guerra de los chechenos por independizarse es tan actual como hace 20 años atrás. Las “viudas negras” son una amenaza real y los terroristas suicidas ya actuaron.
El espíritu que impera allí es el impuesto por el excoronel del KGB. Vladimir Putin tuvo como prioridad hacer unas olimpiadas en el país, y que fuera bajo su mandato. Viajó a Guatemala en julio del 2007 a la sesión del Comité Olímpico Internacional y habló en inglés, dejando a un lado su preferido idioma alemán; e impuso la candidatura de Sochi, reanimando las críticas por el proceso de selección de las sedes.
En el balneario del Mar Negro es más común ver palmas que nieve, debido a su clima subtropical. A las protestas de actividades de derechos humanos por la situación en y alrededor de Sochi, se une ahora la de los protectores de animales.
La caza de perros callejeros es un negocio rentable en la ciudad, como informa la cadena de televisión ABC. El dueño de la empresa encargada de matar los canes dijo que había que evitar que un esquiador, en la carrera de descenso, se encuentre con un descarriado perro en la pista.
The Wall Street Journal apuesta que Sochi se llamará en el futuro Putingrado. El antojo presidencial costó más de 50.000 millones de dólares. Mucho del dinero fue a cuentas bancarias de oligarcas rusos por contratos dados acorde a la obediencia política. El caso de Ahmed G. Bilalov otro oligarca en desgracia, es ejemplo de los caprichos presidenciales. Vicepresidente del Comité Olímpico de Rusia, encargado de la construcción de las instalaciones deportivas, ahora está Bilalov “enfermo” en una clínica alemana. Allí está desde abril del 2013, separado de sus cargos y con un proceso judicial por despilfarro.
Si no hay víctimas fatales del terrorismo, si no hay atentado con coches-bombas o suicidas en las calles de Sochi, ésos serán los triunfos de las Olimpiadas.
El espíritu que impera allí es el impuesto por el excoronel del KGB. Vladimir Putin tuvo como prioridad hacer unas olimpiadas en el país, y que fuera bajo su mandato. Viajó a Guatemala en julio del 2007 a la sesión del Comité Olímpico Internacional y habló en inglés, dejando a un lado su preferido idioma alemán; e impuso la candidatura de Sochi, reanimando las críticas por el proceso de selección de las sedes.
En el balneario del Mar Negro es más común ver palmas que nieve, debido a su clima subtropical. A las protestas de actividades de derechos humanos por la situación en y alrededor de Sochi, se une ahora la de los protectores de animales.
La caza de perros callejeros es un negocio rentable en la ciudad, como informa la cadena de televisión ABC. El dueño de la empresa encargada de matar los canes dijo que había que evitar que un esquiador, en la carrera de descenso, se encuentre con un descarriado perro en la pista.
The Wall Street Journal apuesta que Sochi se llamará en el futuro Putingrado. El antojo presidencial costó más de 50.000 millones de dólares. Mucho del dinero fue a cuentas bancarias de oligarcas rusos por contratos dados acorde a la obediencia política. El caso de Ahmed G. Bilalov otro oligarca en desgracia, es ejemplo de los caprichos presidenciales. Vicepresidente del Comité Olímpico de Rusia, encargado de la construcción de las instalaciones deportivas, ahora está Bilalov “enfermo” en una clínica alemana. Allí está desde abril del 2013, separado de sus cargos y con un proceso judicial por despilfarro.
Si no hay víctimas fatales del terrorismo, si no hay atentado con coches-bombas o suicidas en las calles de Sochi, ésos serán los triunfos de las Olimpiadas.