Si bien una nueva política dirigida a impedir que casi todos los migrantes en la frontera sur de Estados Unidos puedan optar al asilo propagó el miedo esta semana, quienes hacían fila en las ciudades fronterizas mexicanas encontraron todavía abiertas las puertas, aunque con más retos.
Cuando la política entró en vigor el martes, migrantes en Ciudad Juárez y otros pueblos fronterizos mexicanos se mostraron cautelosamente optimistas: los funcionarios estadounidenses todavía estaban llamando a los migrantes a cruzar el puente hacia Estados Unidos y presentar su solicitud de asilo.
La regla establece que los solicitantes de asilo que viajan a través de un tercer país en su ruta a Estados Unidos primero deben buscar refugio ahí, ignorando reclamos de miles de personas que viajan desde países centroamericanos a través de México en su camino a la frontera estadounidense.
Sin embargo, la última campaña del presidente Donald Trump contra la inmigración antes de su candidatura a la reelección en 2020 no cambia la forma en que los solicitantes de asilo son procesados inicialmente en la frontera, confirmó el miércoles el Departamento de Seguridad Nacional (DSN).
"Los extranjeros sujetos a la prohibición de asilo en tránsito de terceros países serán procesados a través de los procedimientos existentes", dijo a Reuters una portavoz del DSN que pidió no ser identificada.
A los migrantes se les podrían conceder entrevistas con oficiales de asilo de Estados Unidos o tener audiencias frente a un juez de inmigración, pero el filtro será mucho más estricto para que sus reclamos prosperen.
Grupos de derechos humanos como la Unión Americana de Libertades Civiles han interpuesto demandas para bloquear la medida, señalando que viola las obligaciones de asilo de Estados Unidos y obliga a la gente a permanecer en países peligrosos.
Funcionarios mexicanos llamaron el martes en Ciudad Juárez, fronteriza con Texas, a migrantes en la lista de varios miles de personas que esperan para solicitar asilo. Diez personas cruzaron a Estados Unidos el martes por la mañana y otras 10 lo hicieron por la tarde, dijo el director de derechos humanos de Ciudad Juárez, Rogelio Pinal.
A unos 1,200 kilómetros de ahí, en Tijuana, migrantes en la lista fueron llamados para ser entrevistados en San Diego, California, el martes, según un testigo de Reuters.
"¿Qué me aconsejarías?"
Karina Reyes, una cubana de 34 años, caminaba ansiosa frente a una oficina de inmigración en Ciudad Juárez el martes por la mañana, esperando a ver si finalmente tendría la oportunidad de solicitar asilo.
Su viaje comenzó en octubre, cuando voló de Cuba a Guyana, que ha relajado los requisitos de visado para las personas procedentes de la isla comunista, y poco a poco se dirigió hacia el norte. Cuando llegó a Ciudad Juárez en abril, tuvo que esperar tres meses para solicitar protección en Estados Unidos.
"Después de esperar tanto tiempo, queremos que valga la pena", dijo Reyes entre los tragos que tomaba de Coca-Cola Light, diciendo que había estado demasiado nerviosa para poder dormir la noche anterior.
Minutos después, fue una de las primeras en ser convocada desde Ciudad Juárez a las oficinas de Aduanas y Protección Fronteriza al otro lado del puente desde que la regla entró en vigor.
Alrededor de 10,000 personas esperan en ciudades fronterizas mexicanas para solicitar asilo, resultado de una práctica estadounidense denominada "medición" que limita el número de solicitudes de asilo por día en los cruces.
Muchos otros solicitantes cruzan ilegalmente entre los puertos de entrada y se entregan a los funcionarios fronterizos. Las noticias de la nueva política desataron el pánico entre los migrantes. En teoría, se espera que más personas sean deportadas más rápidamente a sus países de origen como resultado de la nueva norma.
El lunes por la noche, en las últimas horas antes de que la nueva política entrara en vigor, algunos migrantes consideraron hacer un intento desesperado de llegar a Estados Unidos.
Un flujo constante de migrantes llegó al puente a Estados Unidos a lo largo de la noche, pensando si debían cruzar como grupo y pedir asilo, dijo Pinal, quien se encontraba en el lugar. Una joven de Cuba le hizo una pregunta que, según él, lo detuvo en seco.
"Si usted fuera mi papá ¿que consejo me daría?", dijo la mujer con lágrimas en los ojos, relató Pinal.
La mujer estaba en una posición difícil. Su esposo había llegado a Estados Unidos antes que ella y no tenía a nadie en México que la ayudara. Pinal dijo que le aconsejó a la mujer que probara suerte en el puente, en lo que podría ser su última oportunidad de presentar una solicitud de asilo.
La mujer siguió su consejo, pero regresó pronto, diciendo que los funcionarios estadounidenses le dijeron que la larga lista de migrantes que esperaban en Ciudad Juárez aún tendría oportunidad de hacer su petición, dijo Pinal.
La mayoría de los 40 a 50 migrantes que Pinal y otros funcionarios asesoraron en el puente tomaron la misma decisión, optando por esperar en México. Como resultado, es probable que enfrenten obstáculos más difíciles.
Aunque Pinal no sabe cómo se desarrollará el proceso, se aseguró de que los funcionarios estadounidenses siguieron la lista el martes. "Eso me da un respiro", dijo.