“Yellow Dream Road”, el penúltimo viaje de la Caridad, se escribió en Miami previo acuerdo, al parecer como parte de las nuevas relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. De hecho, el propio Obama es una mención explícita, así como Castro no.
Esta es la segunda vez que vemos un espectáculo firmado por Carlos Díaz y Teatro El Público fuera de La Habana. La primera fue hace un par de años en Miami Beach, cuando se presentó a sala llena Ana y el trópico, una mirada histórica a los tabaqueros cubanos de Tampa que, como casi todo el repertorio de esa compañía, resultó una puesta en escena vanguardista. En todo caso, siempre supone una experiencia interesante ver estos espectáculos fuera de la isla.
Ahora, con Yellow Dream Road, Díaz vuelve a ser el atrevido, el incómodo, el irreverente, el que canta las verdades basado en una investigación histórica y en una dirección de arte de primera calidad. Ambas cosas de primera calidad; la segunda corresponde a él mismo y la primera al dramaturgo cubano (visitante en Miami, lo aclara la nota de prensa) Rogelio Orizondo.
Esta obra, según comentó a este diario el director, se escribió en Miami previo acuerdo con la universidad privada (la UM), y se nota, un acuerdo al parecer como parte de las nuevas relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. De hecho, el propio Obama es una mención explícita, así como Castro no, pero no lo vamos a discutir en estas líneas porque estaríamos violando las libertades de expresión. El hecho es que nuestra historia “revolucionaria” está narrada desde una perspectiva muy ambigua, aunque sí quedan clarísimos la represión y el totalitarismo oficial.
Un compendio de canciones y textos, lemas, consignas que formaron parte de nuestras vidas rodean a unos personajes oprimidos por el poder; una crítica contundente a la homofobia, al abuso de poder mediante la sexualidad podría ser uno de los intereses de Yellow Dream Road; otro, sin duda, es el viaje hacia el exilio (hay quien le llama emigración) que justamente ahora se está manifestando en la realidad, con la tercera oleada migratoria más grande que ha tenido la nación desde 1959, en ruta hacia Estados Unidos desde Centro América.
Dicho esto, y que la pieza se presentará próximamente en La Habana, valdría la pena destacar el trabajo de los actores. Es una puesta que descansa mayormente en ellos. Carlos Díaz es un experto director que trabaja los gestos hasta el cansancio. Ahora ha hecho un casting especialmente riguroso y creemos que consiguió lo que buscaba: una jovencita que no solo se parece a Judy Garland, sino que además se deja moldear como el barro. La función que vimos fue con Mabel Valiente y hay que decir que bordó el papel.
El rol más difícil, sin embargo, se lo confiaron al joven Javier Fano. Su actuación en diversos papeles es un durísimo ejercicio de concentración y además se le exige que sea un bailarín de danza contemporánea. Es muy fuerte todo lo que logra hacer con el cuerpo. En realidad en él descansa la sugerente plasticidad de un sentido grotesco puesto allí con toda intención. Lo que le pide el director, todo lo que le pide, lo saca adelante.
Yellow Dream Road (una versión muy libre de El mago de Oz) en realidad es una secuencia de monólogos a la que se le ve claramente las costuras, aunque esto parece ser a propósito. Pensemos que una pelota de béisbol sin costuras sería inaceptable. Pero este ensamblaje corre el riesgo de los altibajos, que es lo que sucede en la puesta en escena y se hace larga, por cierto.
Decíamos que la interpretación es lo fundamental –alguien puede no entender; la obra está cargada de metáforas- y en ese terreno asistimos a un trabajo de lujo con Mabel Roch, toda una leyenda cubana de las tablas que parece haberse convertido en una actriz fetiche de Carlos Díaz. Ella está impresionante en el monólogo de la Virgen de la Caridad del Cobre. Su trabajo quedará en la memoria durante mucho tiempo, al igual que el desgarrador monólogo de Osvaldo Doimeadiós hacia el final del espectáculo, un resultado magnífico que solo se logra con oficio y entrega.
Deben terminar extenuados. A Lili Rentería le ponen un texto también muy fuerte en los labios, y lo saca adelante, llevando un vestuario que debe ser bastante incómodo. No es una obra “linda” para nada, aunque por momentos nos riamos con el texto de Orizondo, tan bien resuelto por el elenco.
En La Habana sabemos lo que pasará. Se llenará la sala Trianón de El Vedado y la gente saldrá pensando que estamos llegando al final de ese largo camino que plantea la obra y que parece le recuerda al presidente los Estados Unidos: Obama, esta es nuestra historia y no es precisamente “bonita”.
En fin, nada nuevo en cuanto a la temática y el abordaje tragicómico de nuestra tragedia nacional, aunque hay que aclarar que siempre una puesta en escena de Carlos Díaz trae novedades visuales. No es su mejor obra, pero sí la más puntual.
El que vaya buscando El mago de Oz lleva un camino equivocado.
Yellow Dream Road finaliza este domingo 22 (8.30 pm) en el Miami Dade County Auditorium. Es una producción de FUNDarte con el apoyo de la Universidad de Miami (UM).