La experiencia del canadiense Chris Hughes en Cuba tras volar un drone en la zona del Malecón e intentar hacer en la Plaza Jose Martí, fueron casi dos semanas en cárcel, y los días más horribles de su vida, según declaro el propio Hughes a la televisión canadiense.
El plan de Hughes al aterrizar en Cuba era tener un viaje de placer, conocer la cultura local y recopilar buenas imágenes de la capital cubana con su drone, que es su nuevo hobby. Este no era su primer viaje, pues con frecuencia vuela desde Toronto, donde reside, a Cuba.
Espionaje y actividades terroristas, fueron las acusaciones de los militares cubanos que detuvieron al turista canadiense y le amenazaron con cadena perpetua, si era encontrado culpable.
La publicación PetaPixel constata que la diferencia entre un simple turista y una celda de 7X7 pies es un drone DJI Phantom.
Sin traductor, sin abogado, ni juez, pero con 2 sabanas, una almohada, toalla y la mitad de un jabón, el canadiense fue enviado a una celda en la cárcel de Inmigración. Relata que no le permitieron usar el teléfono, ni le informaban de su situación.
En el interrogatorio, los oficiales cubanos le preguntaban por su "último encuentro con Obama", o si hablaba con el mandatario estadounidense por teléfono con regularidad.
Durante cuatro días sus familiares no supieron de su paradero, y al saber de él le recomendaron prepararse para lo peor. Al onceno día, cuando le permitieron hacer una llamada, supo que sus familiares estaban gestionando su liberación a través del consulado canadiense en La Habana.
Al regresar a Canadá publicó en YouTube el testimonio de sus tribulaciones en La Habana.
A pesar de la experiencia, Hughes planea regresar a la Isla algún día.
