Los estadounidenses están justamente molestos por la obsequiosidad del presidente Donald Trump hacia Vladimir Putin pero la "histeria moralizante de los demócratas es falsa" ya que aplaudieron entusiasmados las relaciones de Barack Obama con el dictador cubano Raúl Castro, apunta en su columna dominical en The Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady.
"Están molestos con la intromisión de Putin en las elecciones presidenciales de 2016 porque Hillary Clinton perdió. Cuando se trata del expansionismo ruso en el Hemisferio Occidental y del abismal récord de derechos humanos del Kremlin, la izquierda estadounidense generalmente mira hacia otro lado", apunta la columnista.
"La fanfarronada demócrata sobre el hábito de Putin de encarcelar y en ocasiones asesinar a sus oponentes políticos y mediáticos es especialmente rica en incoherencia porque el antiguo aliado de Rusia, Cuba, tiene un récord aún peor de libertades civiles. Sin embargo, cuando el presidente Obama reformó incondicionalmente la política de EEUU para complacer al dictador comunista cubano, su partido aplaudió", recuerda en su columna titulada La otra intromisión rusa.
Cuando Obama acudió al partido de béisbol en La Habana con el jefe de la mafia cubana, los demócratas aplaudieron un poco más, dice Mary Anastasia.
A los defensores de la política de Obama con Cuba que argumentaron que La Habana no representaba una amenaza para los intereses de EEUU la periodista les recuerda que: "Sesenta años después de que Castro llegara al poder, Cuba, con un fuerte respaldo del Kremlin, aún se mantiene firme subvirtiendo en Centroamérica y Sudamérica".
"Venezuela es el primer ejemplo y ahora Nicaragua, sumergida en un baño de sangre, a donde el canciller cubano Bruno Rodríguez llegó el jueves para celebrar el 39 aniversario de la victoria de los rebeldes sandinistas sobre Anastasio Somoza".
"Ambos regímenes autoritarios nacen de la misma ideología y tienen los mismos progenitores: La Habana y Moscú. Cuba ha sido instrumental para sofocar la disidencia en Venezuela al infiltrarse en el ejército, las instituciones académicas y los medios. Ahora el régimen de Castro, junto con Caracas, está ayudando al señor Ortega. Los estudiantes arrestados y torturados en Nicaragua han informado haber escuchado acentos venezolanos y cubanos en cárceles clandestinas", escribe O’Grady en The Wall Street Journal.
Y agrega que la ayuda externa para la recolección de inteligencia, el entrenamiento de paramilitares y el armamento también proviene de más allá de América Latina. Claramente, proviene directa o indirectamente de Moscú, apunta la columnista.
Putin, quien en 2005 comenzó a reavivar las cálidas relaciones económicas y militares con Cuba, ha vuelto a comprometerse con Nicaragua.
Trump debería llamar a contar a Putin sobre todo esto. Mientras tanto, si los demócratas quieren que su indignación por la intromisión rusa sea creíble, una pequeña preocupación sobre el creciente número de cadáveres en Nicaragua y la represión en Cuba es un buen punto para comenzar, concluye The Wall Street Journal.
[A partir de un artículo de opinión publicado en The Wall Street Journal]