Mary Anastasia O’Grady, periodista del diario The Wall Street Journal, escribe en su habitual columna sobre América Latina un artículo dedicado a la situaciٕón cubana donde expone la muerte del opositor Hamell Santiago Más Hernández y la actitud de Castro con los invitados extranjeros a La Habana a los que le negaron la entrada a la isla.
La periodista declara que “la dictadura militar cubana ha cometido otro asesinato: el mes pasado eliminó al disidente afrocubano Hamell Santiago Más Hernández, preso en una de sus prisiones más notoriamente brutales”.
Afirma que “lo notable no fue la muerte de un crítico. Eso es rutinario en un estado policial que tiene todas las armas, bayonetas, dinero y comida. Lo que es digno de mención es que el mundo apenas parpadea” y recuerda que a 2 años del inicio de la política de distensión de Obama con Raúl Castro “el régimen todavía despacha a los adversarios con impunidad. También bloquea rutinariamente a los visitantes de la isla, incluso de la izquierda” por lo que considera que “Cuba es el mismo infierno totalitario que ha sido durante los últimos 58 años”.
Recuerda que Más Hernández era miembro de la Unión Patriótica de Cuba y gozaba de buena salud al ser arrestado en junio pasado y “sentenciado a cuatro años de prisión por "falta de respeto a la autoridad", es decir, no se inclinó ante los amos de la plantación de esclavos. Su verdadero crimen era abogar por una Cuba libre mientras era negro. Hay pocas combinaciones más letales”.
Declara O’Grady que “se supone que el cubano negro debe mostrar gratitud a la revolución para sostener el mito de que ha sido elevado por el comunismo”.
Al ser trasladado “a la prisión Combinado del Este, una mazmorra no apta para animales. Allí desarrolló una infección renal” y perdió casi 35 libras, dijo su esposa y “según sus “amos” murió el 24 de febrero de un "ataque al corazón", destaca la periodista.
Destaca lo que considera pasividad del mundo pues “su muerte debe sacudir la conciencia del mundo libre. Pero mientras la isla está arrastrándose con agencias de noticias extranjeras, la historia no ha aparecido en la prensa de habla inglesa. El presidente Obama puede haber abierto Cuba a más turistas, pero el régimen se esfuerza por mantener invisibles sus 11 millones de almas cautivas y su miseria”.
Y asegura que “la familia Castro es un sindicato del crimen y muchas empresas estadounidenses quieren un pedazo de la acción. Sheraton Four Points ahora dirige un hotel propiedad del régimen militar. La empresa de equipaje Tumi pasó el invierno promoviendo viajes a Cuba en su página web” por lo que el resultado es que “más dólares estadounidenses fluyen a las arcas militares de Cuba que nunca antes”.
Recuerda también que “el mes pasado, Castro tomó el paso audaz de negar visas a tres prominentes políticos latinoamericanos que difícilmente podrían ser considerados enemigos de Cuba”. “El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, fue invitado a Cuba por Rosa María Payá. Es la hija del fallecido disidente cubano Oswaldo Payá, quien murió en un accidente automovilístico sospechoso en el verano de 2012. El señor Almagro estaba programado para recibir un premio nombrado por el padre de la Sra. Payá de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia. Pero el Sr. Almagro, un izquierdista uruguayo, se le negó la entrada a la isla”
Y los otros invitados a los que La Habana negó la entrada fueron “Mariana Aylwin, hija de Patricio Aylwin, el primer presidente chileno elegido después de Pinochet. La Sra. Aylwin es una demócrata cristiana y ex ministra de Educación” yel “ex presidente mexicano Felipe Calderón” y recuerda que este “dio la bienvenida a Raúl en la cumbre del Grupo de Río en la Riviera Maya en 2010, en un momento en que Orlando Zapata, otro negro disidente cubano, moría en una prisión militar”.
Concluye el artículo que “Cuba no está reformando. Como siempre, los disidentes son enviados a las trampas de la muerte de la prisión, y ahora Castro insulta a amigos de antaño que estuvieron en el poder, negándoles el acceso a la isla. Los turistas son bienvenidos, pero sólo para beber propaganda estatal y dejar atrás la moneda fuerte. Cualquier sugerencia de que los cubanos tienen derecho a la autodeterminación sigue siendo un crimen contra el Estado”.