Lo que otrora fue un "matrimonio de conveniencia" se ha convertido en una lucha amarga entre dos hombres, Erdogan y Gülen, que amenaza la democracia turca y podría cambiar su rostro para siempre.
Cuando un grupo de militares turcos se sublevó el viernes contra el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, el hombre fuerte de Turquía acusó inmediatamente a Fethullah Gülen y a sus partidarios de la intentona golpista.
Gülen, un predicador musulmán y eximán, es el líder espiritual del movimiento islamista moderado Hizmet, presente en una decena de países. Rechaza tajantemente estar implicado en el golpe de Estado fallido contra Erdogan.
Su influencia en Turquía, en donde cuenta con el apoyo de miles de partidarios, fue crucial para Erdogan durante sus primeros años en el poder, como primer ministro, a partir de 2003.
Pero la alianza entre estos dos hombre saltó en mil pedazos en 2013. El acercamiento entre el jefe de Estado y los kurdos, y los ataques contra escuelas del movimiento Hizmet figuran entre las causas que según los especialistas explican esta ruptura.
Asimismo, las autoridades vieron la mano de Güllen en las protestas de 2013 en el parque Gezi en Estambul, que se convirtieron en manifestaciones contra el gobierno en todo el país.
Pero esta contienda ha tomado ahora una dimensión internacional, que podría afectar las relaciones entre Ankara y Washington. Desde el golpe de Estado frustrado, Erdogan exige a Estados Unidos la extradición de su rival, que vive desde hace años exiliado en Pensilvania.
Según Anthony Skinner, analista de la consultora Verisk Maplecroft, la amistad entre estos dos hombres se basaba en una voluntad común de contrarrestar el control del entonces 'establishment' laico.
Compartían también el objetivo de debilitar al ejército, que antes de los hechos del viernes ya había protagonizado tres golpes de Estado exitosos en Turquía.
"Querían aumentar el poder del Estado. Era una prioridad absoluta para ellos", apunta este analista.
Esta rivalidad aumentó con la llegada del Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP), de Erdogan, al poder.
El éxito electoral del AKP puso a la defensiva a los simpatizantes de Gülen, en especial después de que Erdogan lanzara un proceso de paz con los separatistas kurdos del PKK, explica Skinner.
Los seguidores de Gülen estaban a favor de esta reconciliación, pero no estaban convencidos sobre sus modalidades, señala. Sus detractores los acusaban de querer conservar su influencia en el sureste de Turquía, de mayoría kurda.
La alianza fue disuelta en 2013, cuando Erdogan cerró las escuelas afiliadas al movimiento de Gülen. Pero el golpe final fue lanzado en diciembre de 2013, con el estallido de un enorme escándalo de corrupción que hizo tambalear a Erdogan.
Tres ministros tuvieron que renunciar por este caso, que el gobierno denunció como un intento de golpe inspirado por Gülen.
Según la investigación, dos de los ministros filtraron a los medios de comunicación supuestas grabaciones de Erdogan y sus aliados que exponían la corrupción dentro del gobierno. Los ministros negaron categóricamente estas acusaciones.
El gobierno de Erdogan realizó entonces una purga en la policía, el ejército y la justicia.
En marzo fueron incautados los medios de comunicación cercanos a Gülen, incluyendo el diario Zaman y la agencia de prensa Cihan. La dirección de estos medios quedó en manos de administradores del Estado.
Los expertos señalan que por el momento es imposible saber si este predicador estuvo implicado en el intento de golpe de Estado del viernes.
"¿Hay una facción cercana a Gülen en el ejército? Es posible, pero parece algo demasiado fácil", estimó Natalie Martin, profesora de relaciones internacionales en la Universidad Nottingham Trent (Reino Unido).
Para Skinner es poco probable que Gülen ordenara el golpe, sobre todo por el riesgo que correría de ser extraditado desde Estados Unidos.
Pero no excluye que la intentona golpista haya sido dirigida por partidarios del predicador. "Es demasiado pronto para saberlo", concluyó.