Cinco semanas lleva el director mallorquín Agustí Villaronga, convirtiendo diversos enclaves de la República Dominicana en la capital de Cuba, escenario donde se desarrolla El rey de La Habana, su última película, basada en la novela homónima del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez.
Primero en San Pedro de Macorís, al este del país; y ahora en Santo Domingo, el equipo de rodaje recrea, en rincones humildes, casi míseros, la atmósfera de la historia de Reinaldo, un adolescente recién escapado de un correccional que se lanza a las calles de la capital cubana durante los duros años 90 y que un día conoce a Magda, una superviviente como él.
Villaronga se encontró, como muchos otros directores europeos y americanos antes que él, la negativa de las autoridades cubanas para rodar en La Habana, escenario natural de la historia, por lo que la República Dominicana se convirtió en una especie de alternativa forzosa.
Así pues, el proyecto se convirtió en una coproducción con el país, en la que participan profesionales y técnicos españoles y dominicanos, y cuyo reparto es íntegramente latino, con Maykol David Tortolo, Yordanka Ariosa, Héctor Medina, Ileana Wilson, Chanel Terrero y Jazz Vila en los principales papeles.
"Al principio –confiesa durante una entrevista con fe en Santo Domingo–, me daba mucho miedo venir a rodar aquí, ya tenía las localizaciones hechas en La Habana, que es un sitio muy especial, con una decadencia hermosa, y la República Dominicana es un país más rico, que ya está en evolución... Sin embargo, hay zonas que aún conservan ese aire decadente".
"Luego, al trabajar aquí con el equipo dominicano, me he dado cuenta de que están muy preparados. El boom del cine es algo reciente aquí, de los últimos tres o cuatro años, pero siendo gente joven están a un nivel muy bueno, con lo que la experiencia de rodar aquí está siendo muy, muy buena", asegura el cineasta, que atiende a Efe aprovechando un parón en el rodaje, causado por la lluvia.
Villaronga destaca también la buena disposición, la amabilidad y las facilidades que han encontrado y que han transformado ese "susto" inicial, por no saber "qué te vas a encontrar en un país que no conoces", en una experiencia grata.
Vivencia positiva, sí, aunque el rodaje es duro, con largas jornadas para filmar muchas secuencias de noche y tempestades, sumadas al fatigante calor húmedo del Caribe y a las tormentas intensas que, casi cada tarde desde que el equipo llegó a Santo Domingo hace más de una semana, han descargado agua sobre el set de rodaje a eso de las cinco de la tarde.
Es evidente que las restricciones del Gobierno cubano para rodar en la isla benefician a otros enclaves de la región, como ha ocurrido en este caso, pero el director español cree que el futuro cinematográfico de la República Dominicana no depende, en absoluto, de factores como este, ni de otros.
"Están haciendo un avance y una formación muy rápida" en esta industria, que les evitará "la necesidad de hacer suministros para películas americanas o europeas", porque ellos mismos tienen mucho nivel, vaticina Villaronga, que asegura haber visto ya unas cuantas cintas dominicanas.
De hecho, "mucha gente española de la profesión está viniendo aquí, porque ven mucha más vida... El mercado español está mucho más copado, y aquí hay un ambiente joven, un sector que, al estar naciendo, da cabida a gente de fuera", señaló el cineasta, que también aludió a las ayudas que recibe el cine dominicano.
El equipo aún tiene una semana por delante en el país para terminar de grabar las escenas de esta adaptación de la novela, que Pedro Juan Gutiérrez escribió justo después de la Trilogía sucia de La Habana, "con su mismo espíritu, pero más sencillo y centrado en un personaje muy de la calle", cuenta Villaronga.
Lo que más le gusta de la historia es que "se fija en una realidad que apenas se ha tocado, y que a algunos cubanos les molesta mucho que los trate un extranjero", explica. Es una película donde "todo está a flor de piel, es muy de los sentimientos, y donde todos son muy salvajes, casi te diría que excesivos, van al límite; y donde las pasiones, el sexo y el amor se entrelazan", cuenta el cineasta.
El componente sexual es "muy importante" en el relato, pero "no tiene nada que ver con producciones como 50 sombras de Grey, ni con nada que se le parezca", bromea Villaronga.
"En una vida con muchas carencias", como la de los protagonistas, "el día a día consiste en poder comer, en subsistir; y la forma de divertirse, que es gratis, es poder t.....".