Al Green, congresista demócrata por uno de los distritos en Houston, Texas, quien formó parte de la delegación bipartidista que acompañó al presidente Barack Obama en su visita a Cuba la semana pasada, aseguró que
en la isla comunista hay racismo.
"No está codificado en la ley", dice Green, "pero hay algo de racismo de facto, en base a lo que hemos conocido a partir de los afrocubanos. Y ese tipo de racismo es del tipo que es siempre difícil de combatir".
El legislador demócrata aseguró a la prensa que los negros y mestizos constituyen más de una cuarta parte de la población de Cuba pero que, sin embargo, tienen una proporción mucho más baja en las posiciones de liderazgo en las industrias gubernamentales y del sector público en Cuba.
Por otro lado, la profesora asociada de la Universidad de Connecticut, Odette Casamayor, escribe en el Huffington Post que el presidente Obama dijo en su discurso al pueblo cubano que en Estados Unidos "es posible para alguien como yo: un niño que fue criado por una madre soltera, mestizo, que no tiene una gran cantidad de dinero, perseguir y alcanzar el puesto más alto en la tierra".
Y agrega la autora: "Estas palabras suscitaron una pregunta inesperada en mí misma: ¿un cubano negro convertido en presidente en la isla? Para agregar a continuación: pero el presente y la historia han demostrado realmente la escasa presencia de los negros en los sectores más ricos e influyentes de la sociedad cubana".
Claro, la articulista pasa por alto que Cuba tuvo un presidente negro mucho antes que Estados Unidos, o al menos tan mestizo como el mismo Obama, Fulgencio Batista y Zaldívar, electo democráticamente en 1940 y gobernante nuevamente mediante un golpe de Estado en 1952.
Apunta Casamayor en su escrito que la presencia de Obama en Cuba hizo claramente visible algo que no era, por supuesto, inexistente en la isla, pero que se ha negado o falseado: el racismo y, en consecuencia, la falta de acceso del negro al poder real en la isla.
Es innegable que muchos cubanos negros siempre se han destacado como grandes patriotas, intelectuales, artistas, científicos y políticos, reconoce Casamayor, pero sus logros son rara vez reconocidos explícitamente como parte de un legado afrocubano.
Casamayor asegura que la llegada de la familia Obama a la isla ponía de manifiesto un agudo contraste, en imágenes que muestran los encuentros de Barack y Michelle Obama con sus anfitriones gubernamentales cubanas.
Examinando estas imágenes, el desequilibrio racial del poder cubano fue apenas atenuado por la aparición aislada de uno o dos miembros masculinos negros de la élite revolucionaria, como Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que estaba cómodamente cerca de Barack Obama en algunos eventos específicos, como la cena de Estado en el Palacio de la Revolución.
En un país en el que el último censo (2012) estima que el 35.86% de su población es negra y mixta, Lazo es uno de los únicos cinco negros que se pueden incluir dentro de la nomenclatura cubana actual, compuesta por unos 131 miembros.
Sin embargo, los intentos de la élite política cubana para parecer más diversa no se extendieron más allá de las puertas del Palacio de la Revolución, pues cuando la Primera Dama se reunió con jóvenes cubanas, no vimos allí caras afrocubanas.
Del mismo modo, las imágenes que documentan su visita a la biblioteca Rubén Martínez Villena, donde ella y sus hijas plantan magnolias y donan un banco, parecía haber sido tomada no en Cuba sino en cualquier país de Europa, y menos aún en un lugar como la Habana Vieja, una parte de la ciudad con una fuerte población afrocubana.
Por otro lado, el periodista Iván García Quintero apuntó desde La Habana que cuando usted le pregunta a Nicolás, un mulato que vende granizado en el Parque de la Fraternidad, en Centro Habana, si conoce sobre la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, que marcó un antes y un después en aquella sociedad, encoge sus hombros mientras ralla un pedazo de hielo.
"La verdad que de eso no sé mucho. Aquí siempre la prensa decía que a los negros los linchaba el Ku-Kux Klan. Pero de pronto llega un niche a la Casa Blanca y uno comienza a preguntarse cuánto de verdad o mentira había en lo que nos contaba el Granma", comenta el granizadero.
Así, el analista político Andrés Albuquerque dijo a Martí Noticias que "el representante demócrata Al Green regresó de Cuba con la impresión de que en la isla, aunque se prohibieron las leyes de discriminación racial, existe un racismo de facto.
Llama poderosamente la atención cómo a la izquierda del escenario político jamás se arremete de modo frontal contra la dictadura sino que se utilizan todos los epítetos ingleses que alejan al sujeto del objeto; cuando la izquierda critica al régimen de La Habana lo hace siempre con lenguaje de clínico, abusa del subjuntivo y todo es "presumible" para, además, volver tarde o temprano a los límites y problemas que subsisten en Estados Unidos.
Insiste el analista en que "el problema de la plena y real integración racial en Cuba a mi juicio no tiene solución mientras persista el actual modelo de relaciones de producción y la propiedad monopolista y exclusiva del Estado (léase la familia Castro) sobre los medios fundamentales de producción.
"El racismo en Cuba se manifiesta fundamentalmente a través de la ausencia perenne del segmento afrodescendiente en los puestos de trabajo donde un ciudadano puede devengar algún que otro dólar, o iniciar un trabajo de cuentapropista, pero aún salvado ese vergonzoso escollo quedaría el de la ausencia de TODOS los ciudadanos, más allá del color de su piel, de la decisión sobre rumbos, vías y tendencias que debe seguir el mundo económico en la isla", concluyó.