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Los bombardeos rusos a ciudades como la sureña Mariúpol han dejado una estela de muerte en Ucrania. Los civiles que no han podido escapar del conflicto, o que han decidido permanecer, pese a todo, en su país, han visto la cara más fea de la guerra. Una fosa común en las afueras de la ciudad sirve de tumba a los fallecidos. En un hospital materno devastado por la artillería enemiga, una madre pierde la vida, y la de su hijo por nacer. Otra logra escapar del horror y da a luz a salvo. En un refugio antibombas, vecinos comparten una taza de té, temiendo que sea la última. En la fría sala de un hospital, un anciano se abraza al cadáver de su hijo. En la camilla, bajo una sábana ensangrentada, yace su última esperanza. (Fotos: AP)
Los bombardeos rusos a ciudades como la sureña Mariúpol han dejado una estela de muerte en Ucrania. Los civiles que no han podido escapar del conflicto, o que han decidido permanecer, pese a todo, en su país, han visto la cara más fea de la guerra. Una fosa común en las afueras de la ciudad sirve de tumba a los fallecidos. En un hospital materno devastado por la artillería enemiga, una madre pierde la vida, y la de su hijo por nacer. Otra logra escapar del horror y da a luz a salvo. En un refugio antibombas, vecinos comparten una taza de té, temiendo que sea la última. En la fría sala de un hospital, un anciano se abraza al cadáver de su hijo. En la camilla, bajo una sábana ensangrentada, yace su última esperanza. (Fotos: AP)