El continente americano sin la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, sería una región más injusta, declaró Amnistía Internacional.
"Muchos de los grandes avances en materia de derechos humanos a lo largo de nuestra historia se dieron debido a las intervenciones de este mecanismo de protección", dijo Amnistía en un comunicado que detalla la importancia de la entidad adscrita a la OEA:
Desde sus visitas históricas en tiempos de los regímenes militares y conflictos armados en la región, que permitieron la consolidación de estándares interamericanos que aún son utilizados hoy en día, hasta la presentación de casos emblemáticos para avanzar en temas tan relevantes como la protección de personas defensoras de derechos humanos, y los derechos de las mujeres, personas LGBTI y pueblos indígenas, la CIDH ha sido la promotora de una cultura de respeto y garantía de los derechos humanos.
Ser parte del mecanismo hemisférico que establece límites al poder estatal en derechos humanos, trae aparejado grandes desafíos. Pero ahora la CIDH se enfrenta a un nuevo reto: elegir a alguien para dirigir su secretaría ejecutiva.
Esta es la tercera vez que la CIDH llama a un concurso público para elegir a quien la dirigirá. Desde que empezó el proceso el septiembre pasado, la CIDH ha cumplido con una amplia representación geográfica, así como la equidad e igualdad de género en la selección, y ha permitido a la sociedad civil del continente hacer llegar sus observaciones sobre las diez personas semifinalistas.
La Comisión hizo pública la lista de cinco personas finalistas el 3 de febrero de 2021 y después de realizar entrevistas presenciales en mayo, la persona seleccionada ocupará el cargo a partir del 1° de junio próximo.
A diferencia de las anteriores elecciones para el puesto, en esta oportunidad la CIDH se enfrenta a un complejo ambiente interno y externo. En los últimos años, se ha instaurado en el continente un discurso contrario a los derechos humanos, incluso en algunos países, por sus máximas autoridades. Además, ante la pandemia, se ha visto cómo muchos Estados hicieron uso desproporcionado de la fuerza y adoptaron medidas represivas bajo el pretexto de prevenir y combatir al COVID-19.
Por otra parte, si bien el mal llamado proceso de fortalecimiento dejó huellas en la CIDH, en años recientes hemos vuelto a observar cómo diversos Estados de la región han tratado de maniatar a la Comisión en su actuar desconociendo su independencia y autonomía.
El tema financiero tampoco es alentador, a pesar de que los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se comprometieron a duplicar en un periodo de tres años el financiamiento de la CIDH y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tras promulgar “los acuerdos de Cancún” durante la Asamblea General del 2017.
Lamentablemente, en su Asamblea General el año pasado, los Estados miembros de la OEA decidieron que el presupuesto para estos órganos se otorgará teniendo en consideración los recursos disponibles con los que cuenta la OEA.
Esto quiere decir que no necesariamente se cumplirá la promesa de doblar el presupuesto a partir del 2021, lo cual pone en riesgo el trabajo que desarrollan estos órganos.
(Comunicado de Amnistía Internacional)