El gobierno de los Estados Unidos, preguntado sobre el reciente llamado de la cancillería cubana para que se retome el funcionamiento total de la embajada estadounidense en La Habana, reiteró que su prioridad es la salud y la seguridad de su personal diplomático y sus familiares.
La semana pasada, a la luz del informe de la CIA que encontró improbable que la mayoría de los casos del "Síndrome de La Habana" fueran causados por una potencia extranjera, Carlos Fernández de Cossío, viceministro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, instó a la Administración de Joe Biden a normalizar el funcionamiento y la operación de su embajada en La Habana y normalizar el de la embajada de Cuba en Washington.
El Departamento de Estado dijo este viernes a Radio Televisión Martí que "los hallazgos provisionales de la CIA no cambian el enfoque de la Administración y no cuestionan las experiencias de nuestros colegas y familiares del Departamento de Estado".
Una declaración enviada a nuestra redacción asegura que el Departamento de Estado trabaja con otras agencias, de manera urgente, para llegar al fondo de los incidentes de salud anómalos y brindar atención y apoyo de primer nivel a todos los afectados.
"Los esfuerzos de la comunidad de inteligencia continúan y profundizarán en su análisis en un subconjunto de casos, los más difíciles sin resolver, como parte de su esfuerzo por determinar si un actor extranjero puede estar involucrado", dice el comunicado.
La entidad gubernamental recuerda que el secretario de Estado, Antony Blinken se ha reunido con los afectados y "no tiene ninguna duda de que sus síntomas son reales".
"El secretario Blinken también transmitió a la fuerza laboral que haremos todo lo posible por nuestra gente: cuidarlos, protegerlos y llegar al fondo de lo que sucedió. Les dijo que todos los casos denunciados serán tratados con seriedad y que todos los empleados y familiares del Departamento de Estado recibirán la atención que necesitan", concluye la declaración.
Los primeros casos del llamado "Síndrome de La Habana" fueron reportados por primera vez en 2016, después de que decenas de diplomáticos de la embajada de Estados Unidos en Cuba se quejaran de enfermedades. Los síntomas incluían migrañas, náuseas, lapsus de memoria y mareos.
Por ello, Estados Unidos redujo al mínimo la actividad y el personal de su Embajada en la isla y desvió los servicios consulares a terceros países.
El Gobierno cubano ha negado reiteradamente tener algo que ver en lo ocurrido.