Dueños de bicitaxis en La Habana se quejan de que este sector del cuentapropismo es más criminalizado por la policía y los inspectores del gobierno.
Operar un bicitaxi en La Habana es como salir a una batalla contra la policía y los inspectores diariamente, así afirmó desde capital Alexander Elizastegui, un cuentapropista que tiene su piquera en la zona del bar El Floridita, en La Habana Vieja.
El cuentapropista señaló que los bicitaxistas son "los más achacados, a los que les violan los derechos", y que enfrentan "todo lo peor" en el sector privado de transporte.
Un artículo de la página digital de noticias Diario de Cuba también se refiere al asunto, y según entrevistas realizadas en La Habana a otros bicitaxistas estos afirman que se sienten como criminales cuando salen a trabajar. Elizastegui, aunque se siente así, se niega a aceptarlo.
"Si yo le pago a este gobierno, si lo principal de todas las cosas y las discusiones mías ha sido eso, que yo estoy defendiendo mi derecho de trabajador (...) Yo no me puedo sentir como un criminal, porque entonces todos los trabajadores del mundo tendrían que ser criminales", subrayó.
Pero según nos dijo, las estrictas regulaciones con las que tienen que salir a trabajar todos los días no es lo que más les golpea. El problema está en la corrupción de la policía y los inspectores.
"Aquí hay corrupción generalizada (...) aquí, en Cuba, todo el mundo es corrupto", aseveró.
Dijo este bicitaxista que el monto de las multas oscila entre 700 y 1.000 pesos, lo que hace insostenible mantener el negocio.