Fidel Castro llegó al poder en 1959 proclamando una lucha contra un gobierno autoritario, implantó un insostenible sistema de salud y educación en Cuba y envió a loscubanos en lo que dijo eran luchas por la libertad desde Centroamérica hasta Sudáfrica.
Pero Fidel Castro también mantuvo un mando férreo en casa, donde encarceló a disidentes y homosexuales, limitó la libertad de viajar y expresarse, y declaró ilegítima prácticamente a cualquier actividad fuera de su control.
Grupos defensores de los derechos humanos dijeron esperar que, tras la muerte de Castro el viernes por la noche, su hermano y sucesor, Raúl Castro, se movilice con más rapidez para permitir que los cubanos tengan una mayor libertad de expresión, reunión y otros derechos básicos. "La pregunta ahora es: ¿cómo se verán los derechos humanos en la Cuba del futuro?", dijo el sábado Erika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas. "La vida de muchas personas depende de esa respuesta".
Bajo el mando de Raúl Castro fueron liberados emblemáticos prisioneros políticos quienes fueron condenados a sentencias extensas, pero ahora se realizan miles de arrestos breves cada año, lo que según los disidentes es un modo de acosarlos e interrumpir cualquier intento por crear organizaciones políticas. En la actualidad, los isleños se sienten más libres para criticar a su gobierno en público, aunque cualquier intento por protestar o manifestarse es rápidamente anulado. Hay periodistas independientes dentro del sistema, pero encuentran casi imposible distribuir material impreso y reportan constante acoso por parte de las autoridades.
Geoff Thale, director de programas de The Washington Office on Latin America -un organismo defensor de los derechos humanos_, dijo que la muerte de Fidel Castro significa que los políticos de línea dura que se oponen a las modestas reformas de su hermano menor se debilitarán y "tenemos esperanza en que tome fuerza un debate político abierto".
Al hablar sobre los antecedentes en el respeto a los derechos humanos en el país, las autoridades cubanas y algunos activistas destacan que el gobierno revolucionario de Fidel Castro implementó una campaña masiva de alfabetismo y mejoró dramáticamente la vida de millones de personas al proporcionarles un mejor acceso a la vivienda y a servicios de salud. "Por esto, su liderazgo debe ser aplaudido", dijo Guevara-Rosas, de Amnistía.
Sin embargo, hizo notar que el medio siglo que Castro permaneció en el poder también se caracterizó por lo que ella califica de "una represión despiadada a la libertad de expresión", que a veces incluía encarcelamientos a largo plazo para las personas que hablaban claramente en contra del gobierno cubano.
En los primeros años que siguieron a la revolución de 1959 se llevaron a cabo cientos de ejecuciones sumarias mientras los nuevos líderes de la nación exhortaban a aplicar lo que describían como justicia revolucionaria. "¡Al paredón!" coreaban miles de cubanos mientras funcionarios del depuesto gobierno del presidente Fulgencio Batista eran sentenciados en juicios sumarísimos y alineados frente a los pelotones de fusilamiento. Cuba mantiene la pena de muerte por estos pelotones aunque su uso se ha reducido con los años.
Entre los casos más recientes de ejecuciones de este tipo están las de tres hombres acusados del secuestro de un transbordador de pasajeros en 2003. Las ejecuciones coincidieron con una aplicación de medidas enérgicas y sentencias de cárcel de hasta 28 años para 75 de los críticos más sonoros del gobierno, acusados de recibir dinero y colaborar con diplomáticos estadounidenses para minar el liderazgo de Cuba.
Con Raúl Castro, las largas sentencias para actos de disidencia no violentos son cada vez menos comunes y han sido reemplazadas por acoso frecuente y arrestos de corto plazo. "Las leyes orwellianas que permitieron su encarcelamiento y los encarcelamientos de miles antes de ellos, permanecen en los códigos legales y el gobierno cubano sigue reprimiendo a individuos y grupos que critican al gobierno o lo acusan por violaciones a los derechos humanos", dijo José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch para las Américas.
Con material de agencias de prensa.