A partir del 1 de agosto, el Departamento de Estado anunció que los cubanos con parientes en Estados Unidos podrían obtener un visado múltiple duradero por cinco años.
“Gracias a ese visado, los cubanos que clasifiquen para su otorgamiento no tendrían que renovar y pagar cada año 165 dólares, como sucedía hasta ahora por una visa a Estados Unidos”, comentó por teléfono un funcionario de una agencia pública anclado en la Florida que prefirió el anonimato.
Con este nuevo visado, los cubanos podrían viajar desde Estados Unidos a un tercer país. La medida no contempla los viajes de negocios, intercambios culturales u de otra índole desde Cuba a territorio estadounidense.
Horas antes de que se anunciara oficialmente la nueva cláusula, en un pequeño parque triangular en Calzada y K, Vedado, a tiro de piedra del bloque de hormigón y cristal paralelo al Malecón de La Habana, donde se encuentra enclavada la Oficina de Intereses, la noticia corría como pólvora.
Desde horas tempranas de la madrugada, de lunes a viernes, allí recalan cientos de personas de toda la isla, que esperan ser aprobados para viajar de manera definitiva a Estados Unidos bajo el acápite de reunificación familiar, y que desde 1994, cuando fueron aprobados los acuerdos migratorios por la administración de Bill Clinton, han otorgado visas a casi 400 mil cubanos.
También al lugar concurren ciudadanos que solicitan una visa con la intención de visitar a sus parientes en la otra orilla o desean asentarse en la nación norteña como refugiados políticos.
El ajetreo diario ha transformado los alrededores del Calzada y D en una incipiente industria local para muchos vecinos, que han abierto cafeterías de comida rápida.
Almorzando una ración de arroz moro y bistec de cerdo se encuentra Eugenio, 43 años. Le pregunto qué opina de la nueva medida:
“Desde hace dos meses estoy haciendo gestiones para visitar a mi hija y mi madre que hace 15 años residen en Hialeah. Es la primera vez que lo intento. Según dicen, a los adultos que no han cumplido los 45 años y quieren hacer una visita de tres meses, el Consulado automáticamente le deniega la visa. Al parecer es por temor a que ya en territorio norteamericano soliciten asilo. A la gente joven no suelen otorgarle visado. Por la mañana me llamó mi madre desde Miami que había leído la noticia en Diario de Las Américas. Voy esperar unos días, a ver si puedo optar por una visa múltiple”.
Entre la gente que espera ser entrevistado para solicitar visas, se comenta que los funcionarios de la SINA son demasiado puntillosos para otorgar visados de visita a los cubanos.
“Es debido a la Ley de ajuste cubano. Estoy loco porque la deroguen. Desde hace 3 años deseo visitar a mi familia en Tampa y me han rechazado dos veces, por posible emigrante, aunque estoy casado y tengo dos hijos. Pero cuando miran la edad, 38 años, hacen oídos sordos a mi razonamiento. Creo que lamentablemente entre los funcionarios de la SINA existe una regla no escrita: la de catalogar a todos los que tenemos menos de 50 años como futuros emigrantes. Yo solo quiero ver a mi familia y regresar. Los entiendo, pero si derogan la Ley de ajuste todo sería más fácil, supongo. Espero que esta nueva medida flexibilice los requerimientos de las personas que solicitamos visas temporales sin importar la edad”, expresa Jorge, mientras con un periódico trata de cubrirse del fuerte sol.
Otros han viajado reiteradamente a Miami a ver a sus hijos y nietos sin ningún obstáculo. “Supongo que mi edad es un factor de peso para que me aprueben. Tengo 74 años, y la primera vez que viaje de manera temporal ya había cumplido los 50. También en la SINA saben que resido en un buen apartamento en uno de los mejores edificios de La Habana y saben que sería un loco si no regreso”, comenta sonriendo.
Cerca de 20 mil cubanos viajan todos los años desde la isla en visitas temporales de hasta tres meses. Aunque hay que esperar para ver sus resultados, todos los consultados la aplauden.
“Cualquier cosa que se haga para abaratar los gastos y que faciliten el reencuentro familiar es positivo”, dice Clara, una señora mayor que hace cola para navegar por internet de forma gratuita en una de las dos salas habilitadas por la SINA y a la que tienen acceso cualquiera que lo solicite.
La reacción del gobierno cubano, como es usual, ha sido lenta. Los noticieros de radio y televisión del mediodía no comentaron la nueva regulación.
En el riferrafe que desde hace cinco décadas ha mantenido la autocracia verde olivo con once mandatarios de la Casa Blanca, la sensatez ha sido una ave rara. Y las aperturas y flexibilizaciones de uno y otro lado se escudriñan con desconfianza. Ahora no podía ser diferente.
“Gracias a ese visado, los cubanos que clasifiquen para su otorgamiento no tendrían que renovar y pagar cada año 165 dólares, como sucedía hasta ahora por una visa a Estados Unidos”, comentó por teléfono un funcionario de una agencia pública anclado en la Florida que prefirió el anonimato.
Con este nuevo visado, los cubanos podrían viajar desde Estados Unidos a un tercer país. La medida no contempla los viajes de negocios, intercambios culturales u de otra índole desde Cuba a territorio estadounidense.
Horas antes de que se anunciara oficialmente la nueva cláusula, en un pequeño parque triangular en Calzada y K, Vedado, a tiro de piedra del bloque de hormigón y cristal paralelo al Malecón de La Habana, donde se encuentra enclavada la Oficina de Intereses, la noticia corría como pólvora.
Desde horas tempranas de la madrugada, de lunes a viernes, allí recalan cientos de personas de toda la isla, que esperan ser aprobados para viajar de manera definitiva a Estados Unidos bajo el acápite de reunificación familiar, y que desde 1994, cuando fueron aprobados los acuerdos migratorios por la administración de Bill Clinton, han otorgado visas a casi 400 mil cubanos.
También al lugar concurren ciudadanos que solicitan una visa con la intención de visitar a sus parientes en la otra orilla o desean asentarse en la nación norteña como refugiados políticos.
El ajetreo diario ha transformado los alrededores del Calzada y D en una incipiente industria local para muchos vecinos, que han abierto cafeterías de comida rápida.
Almorzando una ración de arroz moro y bistec de cerdo se encuentra Eugenio, 43 años. Le pregunto qué opina de la nueva medida:
“Desde hace dos meses estoy haciendo gestiones para visitar a mi hija y mi madre que hace 15 años residen en Hialeah. Es la primera vez que lo intento. Según dicen, a los adultos que no han cumplido los 45 años y quieren hacer una visita de tres meses, el Consulado automáticamente le deniega la visa. Al parecer es por temor a que ya en territorio norteamericano soliciten asilo. A la gente joven no suelen otorgarle visado. Por la mañana me llamó mi madre desde Miami que había leído la noticia en Diario de Las Américas. Voy esperar unos días, a ver si puedo optar por una visa múltiple”.
Entre la gente que espera ser entrevistado para solicitar visas, se comenta que los funcionarios de la SINA son demasiado puntillosos para otorgar visados de visita a los cubanos.
“Es debido a la Ley de ajuste cubano. Estoy loco porque la deroguen. Desde hace 3 años deseo visitar a mi familia en Tampa y me han rechazado dos veces, por posible emigrante, aunque estoy casado y tengo dos hijos. Pero cuando miran la edad, 38 años, hacen oídos sordos a mi razonamiento. Creo que lamentablemente entre los funcionarios de la SINA existe una regla no escrita: la de catalogar a todos los que tenemos menos de 50 años como futuros emigrantes. Yo solo quiero ver a mi familia y regresar. Los entiendo, pero si derogan la Ley de ajuste todo sería más fácil, supongo. Espero que esta nueva medida flexibilice los requerimientos de las personas que solicitamos visas temporales sin importar la edad”, expresa Jorge, mientras con un periódico trata de cubrirse del fuerte sol.
Otros han viajado reiteradamente a Miami a ver a sus hijos y nietos sin ningún obstáculo. “Supongo que mi edad es un factor de peso para que me aprueben. Tengo 74 años, y la primera vez que viaje de manera temporal ya había cumplido los 50. También en la SINA saben que resido en un buen apartamento en uno de los mejores edificios de La Habana y saben que sería un loco si no regreso”, comenta sonriendo.
Cerca de 20 mil cubanos viajan todos los años desde la isla en visitas temporales de hasta tres meses. Aunque hay que esperar para ver sus resultados, todos los consultados la aplauden.
“Cualquier cosa que se haga para abaratar los gastos y que faciliten el reencuentro familiar es positivo”, dice Clara, una señora mayor que hace cola para navegar por internet de forma gratuita en una de las dos salas habilitadas por la SINA y a la que tienen acceso cualquiera que lo solicite.
La reacción del gobierno cubano, como es usual, ha sido lenta. Los noticieros de radio y televisión del mediodía no comentaron la nueva regulación.
En el riferrafe que desde hace cinco décadas ha mantenido la autocracia verde olivo con once mandatarios de la Casa Blanca, la sensatez ha sido una ave rara. Y las aperturas y flexibilizaciones de uno y otro lado se escudriñan con desconfianza. Ahora no podía ser diferente.