Ante el rebrote de COVID-19 que afecta a la isla, con un total de 15,536 casos en el mes de enero, desde el próximo sábado los residentes nacionales bajo sospecha del virus, y los confirmados, tendrán que permanecer en cuarentena en centros de aislamiento en las provincias.
En el caso de los extranjeros y cubanos no residentes que arriben al país, serán aislados en instalaciones hoteleras designadas, asumiendo los viajeros los costos de la estancia y transportación.
El doctor Francisco Durán García, director nacional del Instituto del Higiene y Epidemiología, del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), dijo que no fue efectivo el aislamiento domiciliario de 10 días, porque fue incumplido sistemáticamente, y por ese motivo se decidió tomar nuevas medidas.
En una participación en el espacio televisivo Mesa Redonda, el 7 de octubre del 2020, el primer ministro Manuel Marrero Cruz había anunciado el fin escalonado de los tan criticados centros de aislamiento. “Se ingresarán en el domicilio los contactos de casos confirmados y sospechosos”, aunque habrá algunas excepciones, dijo entonces el funcionario.
Tres meses después, en medio de un pico de casos que en febrero podría alcanzar cifras alarmantes, las autoridades dan un paso atrás, y vuelven a reactivar estos centros para confinar a sospechosos y enfermos.
Cubanos que residen en diferentes territorios de la nación, expresan su preocupación con la medida, por las malas condiciones existentes en esas instalaciones.
Desde Pinar del Río, el campesino Esteban Ajete Abascal, nos dice que la experiencia anterior fue muy negativa en el occidente con estos centros de aislamiento.
“Usted se puede imaginar 15 días en una situación como esa, pésima, es incalculable los daños físicos y sicológicos que van a sufrir las personas que estén allí internados”, dijo Esteban.
En el municipio de Centro Habana, en la capital, el sociólogo Ángel Marcelo Rodríguez Pita, señala que la situación con la pandemia es muy compleja.
“No hay recursos sanitarios, tampoco alimentarios, para hacerle frente a esto, y las personas que estén transitando hacia estos centros de aislamiento, indudablemente van a sufrir”, apunto el sociólogo.
Isla de la Juventud, ya designó a varias antiguas escuelas en el campo (ESBEC) para llevar a las personas, cuenta el activista del Partido Autónomo Pinero, Oscar Boicet Cotrillé.
“Esos centros no reúnen las condiciones para albergar allí a unas personas, y más aún para prestarles un servicio de salud, en un centro que se supone debe tener buenas condiciones higiénicas, algo que no se cumple”, afirmó el activista.
Las diferentes instituciones del estado están enfrentando un serio problema organizativo con el rebrote de coronavirus, concluyó la economista, Martha Beatriz Roque Cabello.
“La realidad es que en esos lugares no hay ni sabanas, te tienes que ir a albergar con todo y las personas están hacinadas allí, sin un ventilador y sin nada”, destacó Martha.
La periodista independiente Dairis González Ravelo, en Morón, comenta que allí no hay recursos.
“El país no tiene condiciones económicas para tener esos centros de aislamiento repletos de personas, donde la comida está mal elaborada y no tienen ninguna higiene”, aseguro la comunicadora.
También hay falta de medicamentos en esos lugares, destaca desde Holguín, el traumatólogo Ramón Zamora.
“Las camas se han descubierto tienen hasta chinchas, son muy terribles las condiciones que tienen las personas en esos lugares”, dijo el médico.
Y desde Ciego de Ávila, el bicitaxista José Carlos Fernández, informa que su hermana y sobrina, desde el viernes, están internadas en un centro aislado establecido en la universidad Máximo Gómez, ubicada en la salida de la capital provincial, en el kilómetro nueve de la carretera rumbo al municipio de Morón.
“Bajo pésimas condiciones, baños tupidos, tienes que llevar el avituallamiento, aseo personal y la alimentación es escaza y medicamentos ninguno”, denunció el activista.