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Jubilados, mendigos y desamparados pasan penurias y hambre por igual


Una importante cantidad de ancianos, mendigos y desamparados viven en la miseria y la marginalidad en todas las ciudades del país sin esperanzas de que las instituciones estatales hagan nada para cambiar su situación.

Gran parte de ellos son jubilados, pero como la pensión no les alcanza para cubrir sus necesidades principales, se ven obligados a ganarse la vida vendiendo por las calles lo que pueden.

En el programa Cuba al Día de Radio Martí el reportero independiente Steve Maikel Pardo de La Habana y el médico Ramón Zamora en Holguín, abordaron el tema desde la mirada ciudadana.

Pardo realizó en las últimas semanas un recorrido por barrios de la capital y pudo “tocar” con sus propias manos la dura realidad de los mendigos y de los ancianos pensionados a los que no les alcanza el dinero y se ven obligados a trabajar para sobrevivir.

“La situación es penosa y lo más triste que no se aborda el tema como debe ser, el gobierno habla de planes de ayuda para ellos pero en la práctica no son suficientes si se tiene en cuenta que solo en la capital en 2012 un censo provincial arrojó que había 335 mil jubilados”, precisó Pardo.

Las carencias son tantas y el dinero no alcanza por eso unos revenden periódicos o cucuruchos de maní, otros, jabas a la entrada de los agro mercados o turnos en las colas de las agencias de pasaje y notarías, trabajan como vigilantes en las áreas de estacionamiento en los nuevos negocios que surgen por doquier, o más penoso aún, venden sus pertenencias y recuerdos o incluso artículos que encuentran tirados en la basura, agregó Pardo.

A juicio del reportero para comprender la realidad y el mundo espiritual de los jubilados, hay que llegarse hasta un parque público, al mercado de la esquina o hasta algún comedor comunitario de atención a la familia y verles reunidos allí en una curiosa mezcla de esperanza y desolación.

Zamora calificó de complejo el tema y destacó que la salas de geriatría de los hospitales están “llenas” pero en la mayor parte de las casos el personal encargado de atenderlos no lo hace de la mejor manera.

Un pensionado en Cuba, a menos que haya trabajado en las FAR y el MININT donde las pensiones son entre 800 y 900 pesos, recibe entre 120 y 220 pesos mensuales. "Con esa cantidad tiene que comprar alimentos, ropa, medicamentos, aseo personal y no alcanza”, recuerda el galeno.

Otros ancianos en la isla la pasan peor. Son aquellos que no tienen un techo, una familia que los acoja, ni reciben pensión de jubilados.

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Ellos se desplazan por las principales calles de las ciudades y municipios en busca de algún alimento que les ayude a paliar el hambre.

Por lo general duermen a la intemperie en las terminales de trenes y ómnibus o cerca de hospitales, señaló Yoandris Verane, un activista de derechos humanos de Contramaestre.

Verane lleva más de un año documentado a través de las redes sociales como viven los mendigos en su localidad y conoce detalles. “Pasan hambre, necesidades y no tienen como asearse y lo peor es que la gente los discrimina”, destacó.

A pesar de que en Contramaestre, hay un Hogar de Ancianos no es suficiente para todos, por eso siempre hay varios mendigos "tirados en la calles o que andan deambulando en busca de algún alimento”, aseguró.

El activista considera que si el gobierno quisiera atender los casos de los mendigos y los necesitados sí lo podría hacer y recordó que en noviembre pasado durante los días del funeral de Castro las autoridades "recogieron y escondieron a todos los mendigos que andaban por las calles".

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Días después ellos volvieron a los lugares donde habitualmente se estacionan pero quedó en evidencia que hay posibilidades de ampararlos y ayudarlos, recordó.

Datos publicados el año pasado por la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional a mediados del 2015 la cifra de mendigos que el gobierno en un raro eufemismo llama deambulantes ascendía a 1.261, con prevalencia de ancianos y discapacitados, pero activistas consultados por Martí Noticias aseguran que la cifra es mayor.

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