El congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) entra el lunes en su tercera jornada, atrincherado en hacer irreversible el socialismo pero reconociendo que hay "apatía" y "desconfianza" en sectores de una sociedad que pugna por cambios profundos.
El mandatario Raúl Castro arremetió contra el pluripartidismo y el capitalismo en su discurso de apertura, el sábado, y aclaró que el impulso a la empresa privada no es indicativo de que su Gobierno vaya a abandonar el socialismo.
"En Cuba tenemos un partido único, y a mucha honra, que representa y garantiza la unidad de la nación cubana", sentenció en su discurso inaugural.
"Si lograran fragmentarnos, sería el comienzo del fin de la patria y el socialismo", agregó.
La respuesta del pleno al llamado de su líder fue unánime: El informe
central presentado el sábado por el gobernante cubano, en el que hizo balance de la gestión política y económica en los últimos cinco años, fue aprobado con el 100% de los votos de los 1.000 delegados asistentes al evento.
Opositores consultados dijeron que se trata de un congreso que está dando la espalda a la mayoría.
El líder del Partido Arco Progresista, Manuel Cuesta Morúa, aseguró que el discurso de Castro tuvo una audiencia del 3% de la población.
Esto ilustra las pocas esperanzas que tiene la mayoría en la reunión en la que participan unos 1.000 delegados comunistas, en opinión del disidente.
"Creo que el congreso le está dando un golpe a los propios comunistas, de manera que hay un divorcio no sólo de la nación cubana, sino con su propia base militante", dijo Cuesta Morúa.
El gobernante Partido Comunista cuenta con más de 670.000 militantes.
Golpe a la iniciativa privada
El congreso llega en un contexto complicado para los octogenarios gobernantes cubanos, que incluye el deshielo con su archienemigo Estados Unidos y la visita a la isla de Barack Obama en marzo.
Obama se reunió con Castro, con emprendedores privados y opositores. La gente lo saludó en las calles y sorprendió con un discurso en el que conminó a Castro a no temer a las voces diversas dentro de Cuba.
"No somos ingenuos ni ignoramos las aspiraciones de poderosas fuerzas externas que apuestan a lo que llaman el empoderamiento de las formas no estatales de gestión, con el fin de generar agentes de cambio en la esperanza de acabar con la Revolución y el socialismo en Cuba por otras vías", dijo Castro al abrir la reunión el sábado.
Y, enseguida, aclaró que "las cooperativas, el trabajo por cuenta propia y la mediana, pequeña y microempresa privada no son por su esencia antisocialistas ni contrarrevolucionarias".
Remiendos, no reformas estructurales
El disidente Elizardo Sánchez, portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, explicó que el discurso oficial se mantiene inalterable.
"No hay indicativos de que se vayan a hacer reformas en el campo de los derechos civiles, políticos y otros derechos fundamentales (...) pareciera que el congreso básicamente servirá para reproducir el modelo totalitario de gobierno", agregó.
Castro confirmó que en los próximos años su Gobierno hará una reforma constitucional para incluir los cambios económicos, entre ellos la expansión del sector privado y cooperativo y la reducción del rol del Estado en algunas esferas.
Estos cambios, dijo Castro, serán aprobados en referendo popular en fecha aún no revelada.
Cuesta Morúa, parte de la iniciativa opositora #Otro 18, que busca cambios constitucionales profundos que amplíe la participación política, dijo que no espera transformaciones imprescindibles para el futuro de la nación.
"El mensaje es que el Gobierno no está dispuesto a hacer reformas políticas ni económicas estructurales. Es por eso que hablo de parches; es una política de remiendos", concluyó.