Cubanos de dentro y fuera de Cuba amanecían el viernes divididos en sus posiciones respecto a una eventual orden ejecutiva del presidente Donald Trump, que limitaría los viajes de estadounidenses a la isla y frenaría en seco los negocios con la poderosa estructura militar cubana.
El anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington impulsado por el expresidente Barack Obama causó igualmente euforias en contra y a favor en diciembre del 2014.
Y aunque no se habla de un rompimiento de los nexos diplomáticos, la visita de Trump a Miami este viernes para lanzar el nuevo plan con La Habana tiene, -de un lado-, a los abrumados a cubanos de a pie conscientes como son de que los gobernantes cubanos no serán los afectados; -y del otro-, a los opositores expectantes porque Trump haga justicia y presione a favor de los derechos humanos en Cuba.
"Creo que esto que se ha venido manejando de que va a haber sanciones contra las empresas militares me parece muy atinado. El aparato militar en Cuba es quien lleva también todo el tema represivo y es quien está construyendo ese gran monopolio para la transferencia del poder que tiene en plan Raúl Castro", dijo a Radio Martí el opositor, Antonio Rodiles, a menudo vilipendiado y reprimido en acciones lideradas por la Seguridad del Estado.
Respecto a los viajes de estadounidenses, Rodiles estimó: "El tema de las licencias yo creo que deben ser examinadas porque el régimen es el que está tomando la ventaja".
Y apuntó: "Lo de los intercambios culturales creo que es escandalosa la asimetría y cómo el régimen lo ha ido manipulando para convertirlo en una plataorma y un trampolín de propaganda para buscar agentes de influencia que suavicen la política hacia Cuba".
Pero en el otro extremo están, por ejemplo, cuentapropistas que vieron en la llegada de los estadounidenses una tabla de salvación, en un país donde ir a cenar a un restaurante es visto como un privilegio de los turistas extranjeros que son los que pueden pagarlo.
José Daniel Ferrer, líder de la opositora Unión Patriótica de Cuba y en principio a favor de los cambios realizados por Obama, dijo a Radio Martí que hoy apoya el apretón de tuercas al gobierno cubano anunciado por la Casa Blanca.
"Este cambio de política que ahora va a hacer Donald Trump es necesario (...) Si bien es cierto que las políticas de castigo no ayudaron mucho a la democratización de Cuba, también es cierto que la política de flexibilización, de acercamiento resultan mucho peor porque el régimen aumenta la represión, se muestra más agresivo con el pueblo y la oposición y ni siquiera hay quien le condene públicamente, moralmente", dijo.
El joven opositor Félix Llerena aludió al tipo de relaciones que espera entre los dos países.
"Que sea dando y dando", dijo. "Esto es un proceso de negociación, esto no una concesión que tenga que dar Estados Unidos. Hasta ahora estoy muy de acuerdo con las medidas (adelantadas) por (la administración) de Trump".
El periodista independiente Alejandro Tur Valladares, dijo desde Cienfuegos que aunque cree que la solución de los problemas de Cuba está "en manos del pueblo cubano", "la solidaridad" de Estados Unidos o cualquier otro país "es fundamental".
Tur Valladares dijo que las eventuales afectaciones al sector privado, -en caso de que se concreten mayores restricciones para los viajes de estadounidenses a la isla-, será tal vez "el precio que haya que pagar".
En la otra orilla
Para David Alomá, cuentapropista dueño de un restaurante en Trinidad, lo que se ha filtrado de las eventuales medidas de Trump es un cubo de agua fría con hielo en su cabeza.
“Ya estaba entrando turista (de forma) individual, eso sí afecta a nosotros, la población", dijo.
"Los gobiernos siguen viviendo de una manera o de otra. Nosotros, los que estamos detrás del catcher somos los que nos vamos a afectar con las medidas", explicó.
Alomá incluso cree que el gobierno cubano puede atrincherarse más.
"El gobierno americano puede decir que (sus ciudadanos) no vienen a los hoteles (del gobierno) pero aquí el gobierno cubano es el que decide y si no viene a los hoteles, no vienen y ya”, dijo.
Sin embargo, dijo que no existe "infraestructura privada" porque el propio gobierno no lo ha permitido.
"Ahora mismo en vez de aperturar lo que están es cerrando, dónde los vas a meter (a los estadounidenses que visitan Cuba”, lamentó.
Marta Deus, residente en La Habana y dueña de una firma privada de contabilidad y servicio de mensajería dirigido al sector privado de la isla, está decepcionada.
"Necesitamos clientes, negocios, necesitamos que la economía se mueva y al aislar a Cuba, ellos solo harán daño a muchas familias cubanas y obligarán a las empresas a cerrar", dijo Deus a Reuters.
El Gobierno cubano, por su parte, ha resistido a un embargo comercial de más de medio siglo y no hará ninguna concesión a Estados Unidos, bajo presiones económicas, dijo Carlos Alzugaray, un diplomático cubano jubilado.
"Indudablemente (estas medidas) van a afectar a Cuba, pero tampoco van a hundir a Cuba. Van a afectar bastante al sector privado mucho más que al Gobierno cubano", señaló.
(Con reporte de Adriel Reyes y Reuters)