El diferendo entre Cuba y Estados Unidos que estuvo vigente durante más de medio siglo no se ha reflejado del mismo modo en las sucesivas campañas a la presidencia estadounidenses.
Sin embargo, Cuba sí ha sido parte del debate presidencial estadounidense, incluso ahora que ambas naciones restablecieron las relaciones diplomáticas tras el deshielo anunciado en diciembre del 2014.
Algunos de los debates electorales más recientes, incluso el más reciente que terminó con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, -por jemplo-, apenas incluyeron el tema de la isla.
En uno de estos, celebrado en Florida, Mitt Rommey se quejó de que Obama estaba dispuesto a hablar con Fidel Castro. Obama, sin embargo, no respondió.
La reacción fue vista entonces con sorpresa, sobre todo porque el debate ocurrió en Florida, donde vive la mayor comunidad de exiliados cubanos que han ido escapando del país durante el más de medio siglo en que ha estado en el poder un Gobierno comunista.
No siempre fue igual
En 1992, el entonces candidato Bill Clinton expresó su apoyo a la Ley para la Democracia Cubana, una medida para reforzar aún más el embargo contra Cuba, mientras hacía campaña en Florida. El Presidente George H.W. Bush anunció su apoyo a la Ley para la Democracia Cubana poco después.
Más tarde, en el año 2000, el candidato Al Gore enfrentó mucha oposición por parte de la comunidad cubana-americana debido a la crisis de Elián González.
En un esfuerzo para atraer el voto cubano-americano, su candidato a la vicepresidencia, Joe Lieberman, visitó la tumba de Jorge Mas Canosa, el fundador de la más importante organización cubana-americana a favor del embargo.
En el debate el tema apenas afloró. Ninguno de los candidatos buscaron ventajas políticas arremetiendo contra Cuba o utilizando sus credenciales “anticastristas”.
Expertos consideran que en ocasiones el silencio sobre Cuba también reflejó algunas dinámicas políticas cambiantes, entre ellos las variaciones demográficas en la comunidad cubana-americana que han ido impactando la escena electoral.
Las encuestas de los últimos años muestran cómo los exiliados cubanos de línea dura han ido perdiendo terreno frente a los votantes más jóvenes y los votantes nuevos, que están más preocupados por la política doméstica y que quieren tener la oportunidad de visitar a sus familiares en Cuba.
Estos votantes más nuevos no son necesariamente amigos del régimen cubano, pero tampoco les interesa el enfrentamiento al sistema comunista que lidera Raúl Castro.
Actual debate
En el debate presidencial con sede en Miami en marzo pasado, el candidato cubanoamericano Marco Rubio criticó la normalización de relaciones con Cuba.
Mientras que el futuro de la relaciones EEUU-Cuba y el cuestionamiento de la política de normalización impulsada por la Administración Obama estuvieron entre los temas debatidos.
Rubio dijo incluso que si llegaba a la presidencia, tomaría medidas concretas, como exigir la realización de elecciones y el respeto a la libertad de prensa en Cuba, como condiciones para tener relaciones normales con Estados Unidos.
"La embajada, el antiguo consulado, es el mismo edificio. Sólo hay que volver a llamarle consulado. En segundo lugar, no sé dónde nos van a demandar, pero si nos demandaran ante un tribunal de Miami, van a perder", advirtió Rubio.
El candidato Donald Trump, por su parte, aseguró que su política sería negociar con el Gobierno cubano de forma más efectiva y que estaría dispuesto a cerrar la embajada en La Habana si no lograra obtener concesiones por parte del régimen.
"No estoy muy de acuerdo con el presidente Obama. Creo que estoy en el medio", dijo Trump, que asegura que el trato alcanzado no es beneficioso para Estados Unidos y señalando a la falta de capacidad del personal que realiza las negociaciones.
Su actual contrincante, Hillary Clinton, respalda las políticas de Obama hacia la isla, entre ellas la aspiración de eliminar el embargo comercial que aplica Washington a La Habana desde hace más de medio siglo.