Las autoridades cubanas suelen ordenar recogidas de "deambulantes" para ocultarlos de visitantes ilustres, como el presidente Barack Obama, o el papa Francisco. En cuestión de horas, mendigos y desamparados desaparecen de sus puestos habituales, estratégicamente situados en calles frecuentadas por turistas, o a la entrada de establecimientos que venden productos en CUC. Dos o tres días después, reaparecen, y la vida, roída por la extrema pobreza, sigue su curso.
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