A menos de una semana de que expire el plazo del gobierno de Panamá para que los cubanos en Chiriquí acepten o no la propuesta de deportación voluntaria, los antillanos no esperan: “se marchan hacia el norte o se lanzan a caminos de incierto destino”.
Así dijo a Martí Noticias, con voz entrecortada vía telefónica desde Ciudad Panamá, el diácono Víctor Berrío, director de la Pastoral Social Cáritas.
“De 129 que en abril llegaron al campamento de Los Planes de Gualaca, en Chiriquí, quedan unos 70”, indicó el religioso, que desde fines de 2016 viene prestando apoyo a los migrantes.
Entre enero y abril en la sede de Cáritas, en su interior y su patio exterior, Berrios mantuvo un albergue que llegó a acoger a más de 450 migrantes que llegaban a la capital panameña procedentes de Colombia luego de una travesía por seis países.
Los gastos de alimentación y medicamentos corrieron por cuenta de la Iglesia Católica.
El traslado de Chiriquí
A principios de abril, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, dio un ultimátum a Caritas para que desmantelara el albergue.
Berrío lo encaró. “Mientras yo esté al frente de esta institución, CARITAS brindará ayuda a los migrantes”, indicó el diácono en medio del diferendo.
Días después, Varela bajó el tono y anunció que los cubanos merecían estar en un albergue con condiciones "más dignas" que las que ofrecía la instalación de Cáritas.
"Se trata de una medida excepcional aplicable a los migrantes cubanos que fueron censados, quienes quedaron en el país a partir del cambio de política migratoria en los Estados de Unidos de América", precisó entonces el viceministro Del Rosario.
Solo 129 fueron trasladados al viejo campamento en el sector de Los Planes, bajo jurisdicción de la presidencia de la República de Panamá con limitación de movimiento y vigilados por guardias del Sistema de Protección Civil, la Policía Nacional y el Servicio Nacional de Fronteras.
”Se van, no quieren regresar a Cuba. Entiendo que el fin de semana sale otro grupo, todos camino norte y están pasando. Muchos de los que se han ido están en Mexico o ya en Estados Unidos”, comentó Berrío, que asegura no haber dejado de estar en comunicación con los antillanos.
Del campamento no pueden salir cuando lo desean. Previa notificación, una vez por semana, se les permite ir a la oficina de Western Union a retirar giros monetarios o a comprar algunos víveres. Siempre acompañados por custodios.
A principio de este mes, el gobierno de Panamá envió a Chiriquí al viceministro de Seguridad Jonathan del Rosario con la encomienda de presentar a los migrantes la oferta del ejecutivo.
La propuesta consiste en el regreso voluntario a Cuba, con boleto aéreo pagado por el gobierno, $1,650 dólares por familia o individuo con la finalidad de que puedan iniciar un negocio por cuenta propia. El dinero se entregará en la terminal aérea.
También el gobierno propone la emisión de una visa de entradas múltiples a Panamá, lo que les permitirá ingresar al país istmeño a comprar mercancía para sus negocios.
Mientras tanto, las autoridades panameñas aseguran estar resueltas a aplicar con rigor las leyes migratorias, incluyendo la deportación de aquellas personas que hayan ingresado ilegalmente al país, actuando en el marco del respeto del Derecho Internacional y los derechos humanos.
En semanas recientes, 8 cubanos se desplazaron desde la capital hasta la frontera con Costa Rica. Una vez en el poblado de Paso Canoas, comandos de frontera los detuvieron y devolvieron a Ciudad Panamá, donde dijeron debían pagar una multa de $1,000 dólares.
“Tenían el dinero, estaban dispuesto a pagar. Pero de aquí los deportaron. Eso es una canallada, una complacencia con el régimen cubano que no entiendo”, comentó Berrío.
El ángel guardián de los cubanos
A comienzo de esta crisis, una vez eliminada la normativa "pies secos/pies mojados", el 12 de enero último, Berrío luchó infatigablemente, se enfrentó a las autoridades para evitar la deportación de los cubanos.
Fue el religioso quien en las primeras conversaciones con el gobierno propuso la entrega de un capital para que los cubanos pudieran incursionar en la incipiente empresa privada en Cuba.
“Yo propuse entre $3,000 y $5,000 dólares porque con $1,650 una vez que pagues $200 por la visa, $600 por el pasaje, entonces ¿qué te queda para comprar en Panamá y llevar de vuelta a Cuba?”, se preguntó Berrio.
De los que pasaron por el campamento de Chiriquí, por los menos que se conozca, una veintena se ha asentado en Costa Rica con permiso de estadía, a la espera de un proceso de refugio político. Durante ese lapso, el gobierno tico les expide un permiso de trabajo.
“En los próximos días espero hacer una propuesta, como último intento, para que el que no lo desee, no sea devuelto a Cuba”, anunció Berrío.
Caso cerrado
Mientras tanto el director del Servicio Nacional de Migración, Javier Carrillo, declaró que las autoridades dan por cerrada la crisis originada desde hace años por cubanos que cruzaban el país centroamericano en su ruta hacia Estados Unidos., considerando que en Los Planes quedan menos de un centenar de ellos
“En el albergue que tenemos en Gualaca (en la provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica) hay aproximadamente 95” cubanos, dijo Carrillo el miércoles, citado por la AFP. “Es un tema superado ya”, los cubanos ya no están “migrando” por Panamá, añadió.
Unos 25.000 cubanos indocumentados pasaron por Centroamérica en 2015, y en 2016 varios miles fueron enviados a México en avión desde Panamá y Costa Rica tras un acuerdo entre varios gobiernos de la región. A Panamá llegaban a través de la inhóspita selva del Darién, fronteriza con Colombia, pese a los peligros de la ruta. Buscaban cruzar Centroamérica para llegar a Estados Unidos, su destino final.
Sin embargo, Nicaragua les cerró la frontera a finales de 2015, lo que hizo que miles quedaran varados en Panamá y Costa Rica.
La corriente migratoria prácticamente se secó después que el expresidente estadounidense Barack Obama cancelara en enero la política conocida como “pies secos, pies mojados”, una decisión ejecutiva que les permitía permanecer en el país a los que pisaban territorio estadounidense aún si llegaban indocumentados.
Unos 500 cubanos llegaron a acumularse en Panamá en marzo pasado, cuando el país centroamericano firmó un memorando de entendimiento con Cuba para tramitar las deportaciones de los cubanos, dos meses después del cambio de política.