Entre la vergüenza y el desconcierto se mueven los obreros de la industria azucarera en Cuba, en medio del descalabro de un sector clave que tocó fondo debido a la mala administración, la falta de incentivos y de voluntad política para hacer una nueva reforma agraria que detenga la caída.
El azúcar fue durante mucho tiempo la principal industria y exportación de Cuba, con una producción que alcanzó un pico de 8 millones de toneladas en la década de 1980.
Pero el colapso del socialismo soviético en la década de 1990 dejó sin mercado el azúcar cubano y descapitalizó la industria.
Reuters calcula que la cosecha que acaba de concluir produjo 1,1 millones de toneladas de azúcar sin refinar, cifra que se equipara a los registros alcanzados hace más de un siglo atrás.
"¿Cómo campesino qué siento? Imagínese, tremenda vergüenza. Es increíble que todavía nosotros estamos arando con bueyes y con arados de estos rústicos porque no existen una maquinaria eficiente", dijo Yusniel Pupo, un campesino de Pinar del Río.
El consumo local de entre 600.000 y 700.000 toneladas de azúcar al año también se ha visto afectado. Para paliar el déficit, el gobierno planea recurrir a las reservas y adelantar la próxima cosecha.
Campesinos consultados por Radio Martí tienen quejas acerca de que pese a la crisis el gobierno no pone en marcha medidas radicales que saquen a flote el sector.
"No somos capaces de hacer una tercera reforma agraria para devolverle la tierra a esos campesinos, a esos jóvenes y apoyarlos, no marginarlos con leyes injustas", dijo Ivar González, campesino de Villa Clara.
No resultó la sugerencia de expertos que han urgido a las autoridades a que abran el sector a la inversión extranjera a fin de volver a capitalizar la industria y garantizar así tecnologías y recursos.
Por el contrario, Cuba impidió, -por ejemplo-, que la empresa estadounidense de fabricación de tractores Cleber se instalara en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM). Para justificarlo dijo que la empresa no cumplía con los estándares de innovación que exige ese centro empresarial.
"No es el tipo de inversión que nosotros queremos atraer en la zona", dijo entonces a medios la directora general de la ZEDM, Ana Teresa Igarza.
Con esta decisión los cubanos dejaron de tener un equipo que había sido diseñado para el mercado norteamericano de los años 1940 a 1955, cuando parte de la agricultura era familiar, como ocurre ahora en Cuba.
Sus creadores dijeron que en aras de entrar al mercado cubano habían actualizado el diseño de este tractor, incluyendo tecnología moderna de hidráulica y motores para hacerlo más eficiente.
Yoel Armenteros, un mecánico agroindustrial de Villa Clara, resumió la frustración de los obreros azucareros en Cuba.
"Están totalmente decepcionados con todo esto (...) ellos están pasando una crisis muy grande", dijo.
(Escrito por Rosa T. Valdés, con reporte de Adriel Reyes)