El año 2018 termina en Cuba con la misma cadena de incumplimientos que el régimen comunista ha venido arrastrando en las últimas seis décadas.
Hasta ahora, el cambio de figuras al frente del Consejo de Estado -del general Raúl Castro por Miguel Díaz-Canel-, no ha tenido repercusiones significativas, al tiempo que el nuevo mandatario reclama que él no es un relevo sino continuidad.
Semejante al comportamiento de años pasados, en el 2019 “la batalla económica sigue siendo la tarea fundamental y también la más compleja, porque es de la que más espera nuestro pueblo", anunció Díaz-Canel a los miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), reunidos en el Palacio de Convenciones de La Habana la pasada semana.
“Es hora de actuar sin dogmas ni formalismos, encadenando empresas mixtas, sector estatal y no estatal”, dijo Díaz-Canel, subrayando que la mayor parte del tiempo debe emplearse “en cómo destrabamos cosas, en cómo le quitamos hojarasca al camino que conduce a la solución de los problemas económicos y financieros”.
Lo que no dijo, o no puede decir todavía Díaz-Canel, es que la “hojarasca” lleva 60 años trabando las soluciones a los problemas del país. La “hojarasca” es el legado que Fidel Castro comenzó a acumular con sus fantasías y delirios para crear una sociedad a su antojo.
De los 11.2 millones de habitantes que tiene Cuba 8.9 millones tienen menos de 60 años, según las cifras del Censo de Población publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas.
El dato vale para destacar que la gran mayoría de los cubanos no escuchó nunca las fantásticas promesas de un futuro mejor que Castro prometió durante décadas.
Un escueto resumen de algunas de aquellas promesas, plasmadas en largos discursos, interrumpidos por delirantes aplausos de jubilosas esperanzas, podría quizás servir para comprender desde cuándo se acumula tanta hojarasca en el camino cubano de la prosperidad.
Un día Fidel soñó con recrear el paraíso y lo llamó El Cordón de La Habana. Lo diseñó en un discurso pronunciado el 11 de mayo de 1968.
“De manera que el arroz quedará sembrado en las áreas del sur; el área del Cordón de La Habana será área de frutales y de café; las otras áreas onduladas y lomosas, sobre todo en los alrededores de La Habana, de tierras negras muchas de ellas serán las productoras de leche; las áreas de arcilla de Matanzas, de tierra buena con regadío, serán productoras de vegetales, de papas, de cítricos, de plátanos-fruta, de tabaco, de viandas, de cañas, productoras también de piñas. De manera que cada cultivo quedará en su sitio”.
“Y realmente la Ciudad de La Habana la vamos a abastecer plenamente de leche, y no solo de leche sino incluso de queso y en buena parte de mantequilla, con unas 80,000 hectáreas de tierra, ¡con ochenta mil! (APLAUSOS), y a un nivel de abastecimiento que sería el doble de lo que se abastecería con ese nivel de productividad de los campesinos en un millón de hectáreas de tierra.”
Cincuenta años después los habaneros, al igual que el resto de los cubanos, todavía esperan por ese paraíso, que le costó al país pérdidas millonarias.
“Medio millón de vacas están creciendo ya en este país, y otros muchos medios millones nacerán en los próximos años y habrá algo más de un litro no solo para todos los niños, sino para todos los ciudadanos de este país y en fecha ciertamente no lejana (APLAUSOS). De manera que la leche de 1970 pues también se multiplicará”, prometió Fidel en su discurso del 2 de enero de 1969 en La Habana.
Lo cierto es que 38 años después, su hermano Raúl reiteró la misma promesa durante un acto celebrado en Camagüey el 26 de julio de 2007, cuando dijo que cada cubano tendría la posibilidad de tomarse un vaso de leche. Todavía lo esperan.
Con una imaginación más pródiga en fantasías que en realidades, Fidel Castro diseñó todo un programa de ingeniería social para construir una comuna comunista, donde sus habitantes no necesitarían dinero y trabajarían para el bienestar de todos.
Ubicado en la provincia de Pinar del Río, San Andrés de Caiguanabo, con poco más de dos mil habitantes, casi todos campesinos y trabajadores dedicados al cultivo del café, fue el lugar que escogió para su experimento destinado a convertir la utopía comunista en una realidad para el resto de Cuba. Así lo explicó el 28 de enero de 1967.
“Los niños y los jóvenes no solo recibirán una educación esmerada en instalaciones magníficas, sino que recibirán una alimentación óptima, recibirán una dieta equilibrada, consumirán las cantidades máximas de alimentos que necesiten en frutas, en leche, en vegetales, en fin, en todos los alimentos.
“Y por lo demás, el hombre irá —con la ayuda de las máquinas y de la técnica— liberándose cada vez más del trabajo en su sentido de esfuerzo físico bruto. Y aquí mismo, en San Andrés, donde hay o había más de 1,000 bueyes, toda la tierra se preparaba con yuntas de bueyes. ¿Qué significaba eso? Que todos los años había que roturar la tierra, que cientos de padres de familia tenían que enyugar los bueyes bien temprano, enganchar el arado y, yendo detrás de la yunta de buey, romper y preparar las tierras. Y realmente ese trabajo es duro. Cuando un hombre tiene que ir llevando el arado detrás de una yunta de buey, son no dos bueyes, sino tres bueyes arando la tierra (APLAUSOS), porque él tiene que ir haciendo tanto esfuerzo como cualquiera de los bueyes”.
Nadie sabe, ni se sabrá nunca, cuántos millones de dólares se derrocharon en el intento, cuántas infundadas esperanzas se sembraron, ni cuántas ilusiones se esfumaron. Quizás ni los mismos habitantes que hoy viven en el llamado Pueblo Nuevo de San Andrés de Caiguanabo conozcan ese paréntesis de su historia.
Enumerar cada uno de los proyectos fallidos de Fidel Castro no es materia de un análisis periodístico.
Por lo pronto el balance que presentaron los ministros en la recién finalizada ANPP para encarar el próximo año, no puede ser más desalentador.
Según los datos oficiales, cuyos indicadores no están auditados por ningún organismo internacional, la economía de Cuba creció 1.2% este año, por debajo del plan que esperaba un 1.5%.
Los ingresos por exportaciones disminuyeron en 2018 en sectores como el turismo, el azúcar y los servicios médicos.
Las áreas existentes de yuca y plátano tienen un déficit de 107,745 hectáreas y 61,303 hectáreas sembradas, respectivamente.
Las hortalizas y las frutas son los productos que más escasean en la red minorista.
El plan de generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables sólo llegó al 51% de lo planificado.
El Director General de la Unión de Ferrocarriles de Cuba, Eduardo Hernández Becerra, informó que se incumple el movimiento de cargas ferroviarias porque hay menos productos que mover. Persisten las afectaciones de las vías férreas, puentes y pasos a nivel; entretanto la baja disponibilidad de locomotoras, vagones de carga, coches motores y de pasajeros limitan los servicios que se ofrece.
La transportación de pasajeros “tocó fondo porque dar un servicio cada cuatro días es más simbólico que real. Los coches en los que se mueven a los cubanos tiene más de 40 años de explotación en sus países de origen, y la única forma en que se pueden usar es reduciendo la velocidad. Hoy la formación de coches se redujo de 12 a siete”.
Díaz-Canel heredó este 2018 un país donde hay 76,400 personas que no encuentran trabajo, 1,112 más que en 2017, según admitió la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Margarita González Fernández
"Estas cifras no deben confundirse con las personas que estando en edad para ello, ni estudian ni trabajan. Los que están en esta situación son unas 567,000", especificó la ministra.
Cuba arrastra todavía la costosa red de fantasías que tejió durante décadas sobre el país. Los problemas que lastran la economía de Cuba son su legado.
(Una nota de análisis del periodista de Radio Martí, Pablo Alfonso)