Estados Unidos considera que la campaña de máxima presión contra el régimen iraní está siendo extraordinariamente eficaz.
El Departamento de Estado apunta que la economía de Irán enfrenta una crisis monetaria, una deuda pública creciente y una inflación en aumento.
Estima EEUU que antes de la campaña contra Irán el país exportaba casi 2,5 millones de barriles de petróleo por día mientras que ahora tiene dificultades para exportar incluso una cuarta parte de ese volumen.
Desde mayo de 2018, EEUU dice haber negado al régimen el acceso directo a más de $ 70 mil millones en ingresos petroleros y apuesta a continuar impidiendo que el régimen acceda a alrededor de $ 50 mil millones anuales.
Estas sanciones privan al régimen de los fondos que utilizaría para llevar a cabo sus actividades malignas, dice EEUU. Como resultado directo de las sanciones, Irán redujo su presupuesto militar en casi un 25 por ciento en 2019.
Los representantes y socios terroristas del régimen piden dinero en efectivo y se han visto obligados a tomar medidas de austeridad, incluso despidiendo a algunos combatientes terroristas. Las sanciones son parte de las presiones para crear un nuevo Oriente Medio, uniendo a los países que sufren las consecuencias de la violencia de Irán y buscan una región más pacífica y estable que antes.
EEUU considera que reducir esa presión es una elección peligrosa, destinada a debilitar las nuevas asociaciones para la paz en la región y fortalecer solo a la República Islámica.
Los fondos para los militares y para los Basij, el instrumento clave de la opresión interna, mientras que sus élites se llevaron miles de millones para enriquecerse. Es por eso que los disidentes iraníes de todo el mundo están pidiendo que se mantengan las sanciones contra este régimen mientras continúe su comportamiento maligno.
El régimen iraní busca repetir el experimento fallido que levantó las sanciones bajo la administración Obama y les envió enormes cantidades de dinero en efectivo a cambio de modestas limitaciones nucleares. El régimen necesita desesperadamente un salvavidas económico.
Mientras tanto, los medios occidentales informan con alarma que el régimen iraní está aumentando su arsenal de uranio enriquecido. Esto es ciertamente preocupante, pero aún más preocupante es la noción de que Estados Unidos debería ser víctima de esta extorsión nuclear y abandonar las sanciones.
Violando el acuerdo nuclear
El titular de la agencia de supervisión atómica de la ONU confirmó el miércoles los informes de que Irán ha puesto en operaciones las centrifugadoras instaladas en un sitio subterráneo, pero que las ha trasladado desde otra instalación de manera que el país no ha incrementado su capacidad de enriquecimiento de uranio.
Rafael Grossi, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) dijo a la prensa en Viena que las 174 centrifugadoras fueron trasladadas a una nueva área de la instalación nuclear de Natanz y habían comenzado a operar recientemente.
Dijo que la operación de las centrifugadoras de ese tipo violaba el acuerdo nuclear firmado con las potencias mundiales en 2015 —conocido como JCPOA por sus siglas en inglés_, pero que no conduciría a una mayor producción de uranio enriquecido.
Irán ya ha superado de lejos los límites del acuerdo en cuanto al uranio enriquecido, señaló.
“Ya ha superado los límites del JCPOA, pero en términos generales no hay un aumento significativo en los volúmenes”, dijo Grossi. “Así que es un matiz”.
[con reporte de Associated Press]