Estados Unidos busca llevar la situación dictatorial de Venezuela ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La administración estadounidense tomará acción elevando el tema de la violación de los Derechos Humanos en ese país, algo que ha sido documentado en varias oportunidades por la Alta Comisionada Michelle Bachelet.
La embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Kelly Craft, comentó sobre las posibilidades que existen de lograr este objetivo en una entrevista con la Voz de América.
Es "posible plantear esos asuntos (en ese foro) cuando se habla de violaciones de los derechos humanos", dijo y denunció que Nicolás Maduro no tiene ningún sentimiento a favor de su pueblo y que ahí es donde EEUU debe proceder y hacer lo correcto.
"Es realmente importante destacarlo hasta que el régimen de Maduro ya no esté en el poder y eso implica que debemos señalar los perversos actores que lo están apuntalando, ya sean Irán, China, Rusia y Cuba”, explicó la diplomática.
Kelly manifestó que se actuará tan drástico como la administración Trump lo ha dicho para que Maduro salga y puedan hacerse elecciones libres en Venezuela.
La diplomática estadounidense dijo que EEUU hará que Maduro y quienes le apoyan respondan ante la justicia por los abusos al pueblo.
La embajadora agregó que es una prioridad para EEUU que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU reciba las quejas de violaciones sistemáticas a esos derechos en Venezuela y que además ese Consejo deje de estar compuesto por los peores estados en cuanto al respeto a las libertades en el mundo.
En octubre la Asamblea General volvió a votar para colocar a algunos de los peores violadores de derechos humanos del mundo en el Consejo de Derechos Humanos, incluidos la República Popular China, Rusia y Cuba.
“Es una victoria para los tiranos y una vergüenza para la ONU. Es un ejemplo de por qué estábamos en lo correcto al salir de ese organismo. Cuando las instituciones son incorregibles", dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, a raíz de esta elección.
Estados Unidos renunció al Consejo de Derechos Humanos en 2018 por lo que llamó un sesgo crónico contra Israel y la necesidad de reformas.