El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acaba de consolidar con su primera visita a Bulgaria una alianza inesperada con un país tradicionalmente cercano a Rusia y cuya producción de municiones está siendo clave para que Kiev pueda hacer frente a la invasión rusa.
“Bulgaria es un país relativamente pequeño, pero puede resultar ser un socio relevante y valioso porque nuestra industria militar se centra principalmente en la producción de municiones”, dijo a EFE el politólogo búlgaro Ognyan Minchev.
La importancia del suministro de los proyectiles producidos en Bulgaria quedó de manifiesto el pasado mes de enero, cuando se supo que el Gobierno del ex primer ministro proeuropeo Kiril Petrov había suministrado en secreto el 30 % de la munición soviética y el 40 % del combustible utilizado por Kiev en los primeros tres meses de la guerra.
MÁS COOPERACIÓN MILITAR
Tanto Zelenski como el nuevo primer ministro de Bulgaria, Nikolai Denkov, evitaron este jueves dar detalles sobre nuevos envíos de ayuda militar búlgara a Ucrania, pero anunciaron su disposición a redoblar estos intercambios.
“Hemos acordado intensificar de forma significativa la cooperación entre los ministerios de Defensa y el sector de defensa en general”, explicó el jefe del Estado ucraniano.
Bulgaria está gobernada desde el pasado 6 de junio por una coalición entre reformistas y conservadores con agenda política proeuropea. El país balcánico, que ha celebrado cinco elecciones legislativas en los últimos dos años, está presidido por el prorruso Rumen Radev.
Preguntado sobre el armamento que había solicitado Zelenski, el ministro de Defensa búlgaro, Todor Tagarev, respondió que “de todo, menos aviones”. Tagarev anunció el mes pasado que Bulgaria aspira a unirse a la coalición que han creado varios países europeos para reunir, comprar y producir munición para Ucrania.
Antes, a finales de marzo, el exministro de Defensa búlgaro Boyko Noev afirmó que el Gobierno de Sofía planeaba vender a Ucrania a través de intermediarios cientos de miles de unidades de munición de fabricación soviética que el ejército ucraniano sigue utilizando para buena parte de su armamento.
“Es una cantidad de munición que puede cambiar el curso de la guerra en algunas zonas del frente”, dijo el exministro búlgaro.
ATENTADOS CONTRA LA INDUSTRIA
Más allá de las declaraciones oficiales, varios atentados aún sin esclarecer parecen confirmar el papel decisivo en la guerra de Ucrania que está teniendo la munición producida en Bulgaria.
El pasado 25 de junio -un día antes de que el nuevo Gobierno proeuropeo aprobara el segundo paquete militar búlgaro de ayuda a Ucrania, cuya composición no ha sido revelada- una explosión provocó el incendió de un almacén de la empresa de armamento EMKO, cerca de la ciudad de Karnobat del este de Bulgaria.
Este mismo depósito de armas y munición ya sufrió un ataque similar con explosivos en julio del año pasado.
El dueño de EMKO es el comerciante de armas búlgaro Emilian Gebrev, que en 2015 sobrevivió a un intento de envenenamiento con el agente tóxico Novichok, el mismo que tres años más tarde acabaría con la vida de Serguéi Skripal, un exagente ruso acusado de traición por el Kremlin, y de la hija de éste, Yulia Skripal.
LA BULGARIA PRORRUSA
El contundente apoyo a Kiev demostrado por los dos últimos gobiernos proeuropeos de un país históricamente unido a Rusia por cultura y vicisitudes históricas es motivo de profundo aprecio en Ucrania, como dejó claro durante la visita a Sofía el presidente Zelenski.
“Estoy agradecido a Bulgaria por estar en el lado luminoso de la historia, sobre todo en materia de cooperación militar”, dijo Zelenski durante uno de sus actos en la capital búlgara.
Las resistencias a las que se enfrenta el Gobierno para prestar asistencia militar a Kiev quedaron patentes durante la reunión de Zelenski con el presidente búlgaro, el exmilitar prorruso Radev.
Durante su intervención, Radev afirmó en referencia a la guerra en Ucrania que “no hay solución militar para este conflicto”, y añadió que “más armas difícilmente llevarán a una solución”.
Pese a que el acto estaba siendo filmado, el jefe del Estado ucraniano respondió con una vehemencia poco habitual en relaciones internacionales preguntándole a Radev qué haría si estuviera en la situación de Ucrania.
“¿Le diría a Putin que se quede con territorio búlgaro? Estoy seguro de que usted, como un presidente de verdad, no comprometería su independencia”, le espetó Zelenski.
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