El régimen de La Habana ha reforzado en los últimos días su red diplomática con el nombramiento de varios oficiales de la inteligencia como embajadores en países clave, confirmando que la política exterior cubana sigue estando al servicio de los intereses de seguridad e inteligencia, más que de la diplomacia tradicional.
Entre los nuevos designados se encuentra Jorge Luis Mayo Fernández, alto oficial del G2 señalado por su papel en la represión y espionaje, quien acaba de asumir la embajada en Venezuela, el principal aliado político y energético de la isla.
La decisión, publicada en la Gaceta Oficial, marca el relevo de Dagoberto Rodríguez Barrera.
Mayo Fernández no es un diplomático de carrera. De acuerdo con información recopilada por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC), pertenece a la promoción del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) de 1984-1989 y ha estado vinculado al departamento M-II de la Dirección de Inteligencia, encargado de América Latina y el Caribe.
Su paso por Nueva York, Argentina, Nicaragua y Caracas siempre estuvo vinculado a labores de espionaje bajo cobertura diplomática, señala la organización.
“Es una persona de confianza del régimen, con un historial en la inteligencia militar y política”, explicó Luis Domínguez, investigador de la FHRC.
“Desde 2010 a 2016, fue segundo jefe en Venezuela y ahora regresa, en un momento clave de tensión para el régimen de Maduro”.
Otros nombramientos polémicos
El caso de Mayo Fernández no es aislado. Otro oficial, Damián Cordero Torres, también de la inteligencia militar, ha sido designado como nuevo embajador en Pakistán. Cordero, graduado en la Unión Soviética, estuvo previamente destacado en Venezuela como cónsul en Valencia y forma parte de la misma unidad de inteligencia militar UM 3235.
La lista incluye además a Eugenio Martínez Enríquez, actual embajador en México, esposo de Johanna Tablada, subdirectora general de Estados Unidos en la Cancillería.
Martínez fue expulsado de Estados Unidos tras agredir a manifestantes en el caso de Elián González en el año 2000, y ha ocupado cargos diplomáticos en España y Portugal. Tanto él como Tablada son señalados como parte de la red de inteligencia que el régimen coloca en sus puestos diplomáticos más sensibles.
“De pacífico tiene poco. Fue expulsado de Washington por golpear a manifestantes, lo que revela su verdadero perfil”, recordó Domínguez.
Una red diplomática que opera como red de inteligencia
Los tres casos evidencian un patrón: Cuba mantiene una de las redes diplomáticas más grandes del mundo, con embajadas incluso en países pequeños o periféricos, no por motivos comerciales, sino por la necesidad de sostener su influencia política en organismos internacionales como la ONU y desplegar sus estructuras de inteligencia.
“Estos nombramientos confirman lo que siempre hemos denunciado: el cuerpo diplomático cubano funciona como brazo de la Seguridad del Estado”, subrayó Domínguez. “Es una estrategia para vigilar, reprimir a opositores y garantizar apoyos en escenarios internacionales”.
El ascenso de oficiales de inteligencia a embajadas clave como Venezuela, México y Pakistán refuerza el eje de alianzas de La Habana con gobiernos aliados y garantiza un intercambio estratégico de recursos. En el caso de Caracas, el control diplomático asegura la continuidad del suministro de petróleo subvencionado, dijo Domínguez.
Foro