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Cuando empresarios cubanos de Miami negociaron excarcelación de presos políticos con Castro


José Orlando Padrón.
José Orlando Padrón.

Se trata de negociaciones entre interlocutores de origen cubano que tenían negocios en Estados Unidos, entre estos estuvo el fabricante de puros José Orlando Padrón.

Unos documentos desclasificados por el Departamento de Estado de EE.UU. remueven los recuerdos de cubanoestadounidenses que peinan canas en Miami y tiran atrás en el tiempo para regresar a un fallido intento del expresidente Jimmy Carter (1977-1981) de lograr la apertura democrática en Cuba.

Ese primer intento oficial de descongelar las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU. fueron las gestiones que hizo a partir de 1978 Carter, y que el Departamento de Estado publicó este martes en un informe de 272 páginas, en el que además se analiza lo más importante sucedido en el Caribe y México entre 1977 y 1980.

El texto saca a la luz la versión oficial de lo ocurrido cuando el demócrata Carter envió a La Habana a un grupo de empresarios cubanoamericanos para abrir un diálogo con el recientemente fallecido Fidel Castro, el primer acercamiento oficial desde que Castro tomó el poder en 1959.

A principios de 1979, el alcalde de Miami, Tomás Regalado, que por entonces era periodista radial, estaba en la Casa Blanca en una reunión de la prensa hispana con el presidente Carter.

"En ese momento le hice una pregunta y Carter me dio la primicia de la apertura de la Oficina de Intereses (norteamericanos) en Cuba", recuerda Regalado en conversación telefónica con Efe.

Según Regalado, de 69 años, Carter tenía la ilusión de que ese sería el principio de un camino hacia la normalización de los Derechos Humanos en la isla.

El alcalde asegura que él mismo fue quien dio la noticia en la radio WRHC Cadena Azul, de Miami.

"Si bien con la gestión de Carter se abrieron los denominados 'Viajes de la Comunidad' (por primera vez en 20 años se reencontraban las familias de ambas orillas) y, por otra parte, se logró una importante amnistía de presos políticos, el acercamiento no obtuvo los resultados deseados", explica Regalado.

En diciembre de ese mismo año (1979), Castro dio un discurso en la Asamblea Nacional del Poder Popular y dijo: "Navegamos en un mar de dificultades".

Para Regalado, esa fue la señal de que el supuesto cambio político en Cuba no iba a suceder.

A continuación se producen los sucesos de la Embajada del Perú, en los que miles de cubanos penetraron en la sede diplomática de La Habana, y luego, en solo tres meses, 123.000 llegaron a las costas de Florida procedentes del puerto de Mariel. "Ahí terminó la apertura", apunta el político nacido en Cuba.

"Es lo mismo que está sucediendo ahora, con la diferencia de que en aquel entonces se lograron sacar presos políticos", reconoce. "La historia se repite. El régimen de La Habana volverá a sabotear un acercamiento", asegura.

En aquellas negociaciones participaron interlocutores de origen cubano que tenían negocios en Estados Unidos. Entre estos estuvo el fabricante de puros José Orlando Padrón, de 90 años, y que en aquel entonces arengaba en Miami a favor de la liberación de presos políticos cubanos.

Lo hacía con regularidad y de ahí, según cree, surge la idea de la Administración Carter de invitarlo a las negociaciones en Cuba. Padrón aparece en una fotografía tomada el 18 de octubre de 1978 junto a Fidel Castro y el banquero judío-cubano Bernardo Benes, durante un viaje que, asegura a Efe, hizo en funciones humanitarias y no con fines políticos.

El hombre que en 1964 montó una fábrica con un solo empleado y 600 dólares no se arrepiente de nada, ni siquiera de haber vivido con sobresaltos durante muchos años.

Él y su empresa sobrevivieron a cinco bombas caseras colocadas en sus instalaciones a la vuelta de las negociaciones en La Habana. Dice tenerlo todo documentado y señala al grupo terrorista anticastrista Omega 7 como responsable.

Durante el encuentro con Castro, narra el empresario natural de Pinar del Río (Cuba) y que emigró poco después de la revolución de 1959, le ofrecieron un puro fabricado en la isla marca Cohíba, para que fuera examinado.

"Este tabaco es un martirio, no da placer. No hay quien le saque el humo", recuerda Padrón que expresó entonces, para luego darle uno de sus puros a Castro.

De esa misión, Padrón sacó de Cuba alrededor de 15 prisioneros políticos cuyos nombres llevaba en una lista, y además le permitieron llevar de visita a Miami a su padre, pero, en total, los empresarios lograron que el número de presos liberados ascendiese a 300.

Padrón se dice feliz de haber colaborado con una causa justa y Ramón Mestre, el periodista que le ayuda a escribir el libro de su vida, que se publicará en febrero próximo, es hijo de uno de aquellos prisioneros políticos que en su día el empresario sacó de Cuba.

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