Un artículo de la revista Harvard International Review (HIR) abordó esta semana cómo los gobiernos de Cuba y Rusia han ido fortaleciendo lazos tanto en el ámbito económico como en el militar, y lo que podría estar detrás de los más recientes acuerdos entre ambos regímenes.
Según el texto “Rusia está extendiendo su dependencia económica a naciones extremadamente cercanas a Estados Unidos, posicionando a Cuba como un punto de entrada de influencia al hemisferio occidental”.
Sin embargo, apunta, “con el desequilibrio de recursos e influencia, es probable que Cuba se lleve la peor parte. Sobre todo, el coste humano, más que material, podría ser extremadamente alto si Rusia decide dar marcha atrás o no cumple con las expectativas”.
A mediados de mayo, salió a la luz un nuevo plan entre Moscú y La Habana destinado a fortalecer las economías de ambos países. HIR menciona, entre otros, que Cuba le está dando a los rusos “un trato preferencial para acceder a propiedades, mercados y mano de obra”, y recuerda que esto es algo que rara vez el régimen de La Habana ha ofrecido a los inversores extranjeros.
“El gobierno prometió a Rusia una exención de sus impuestos de importación. También ha permitido a las empresas rusas utilizar tierras cubanas durante al menos 30 años”, señalan. Con ello, Moscú tendrá acceso a más tierras que las que han tenido los propios ciudadanos de la isla desde la llegada de Fidel Castro al poder en 1959.
Además de estos acuerdos comerciales, los rusos intentan vender a Cuba como un destino turístico, prometen un mayor suministro de petróleo y se enrolan en otros planes como el de la creación de una compañía conjunta de ron y la asesoría para una acería que ayude a empujar el sector de la construcción.
“Si bien estas medidas parecen poner a Cuba en el camino hacia una mayor autosuficiencia, pueden poner a la pequeña nación insular bajo el control de Rusia, que pretende construir un eje de poder rival de Estados Unidos… Si Cuba continúa volviéndose más dependiente de Rusia, simultáneamente tendrá que volverse más leal a la superpotencia para mantener el acceso a sus productos. Los que corren mayor riesgo de sufrir daños económicos son los cubanos que serían empleados en estos proyectos”, señalan.
“Si Rusia, por cualquier motivo, decide retirar sus empresas, turistas o importaciones de la nación, los empleos del Rusmarket colapsarán”, advierte el autor del texto.
Más allá de los vínculos económicos, ambos gobiernos también se entrelazan en el ámbito militar. En ese sentido, refieren los más recientes reportes de cubanos que se han unido al ejército ruso en la guerra contra Ucrania, pese a que La Habana asegura que se trata de una red de tráfico de personas impulsada por ciudadanos privados de la que ellos no forman parte.
No obstante, una reciente investigación de la revista estadounidense TIME expuso varios elementos que ponen en duda el presunto desconocimiento del régimen sobre lo que estaba ocurriendo.
“La idea de que el gobierno no estuvo involucrado es ridícula. Nada sucede sin su participación”, dijo a TIME Chris Simmons, un experto cubano en espionaje y ex oficial de contrainteligencia de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos.
La revista POLITICO también publicó este lunes un reportaje que incluye testimonios de varios cubanos que han sido reclutados por el ejército ruso para luchar en la guerra.
No está claro, hasta el momento, cuántos reclutas han sido alistados en el ejército pero organizaciones como la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC), con sede en Miami, ha rastreado al menos 746.
Durante la Guerra Fría, Moscú apoyó al gobierno del fallecido dictador Fidel Castro proporcionándole miles de millones de dólares en alimentos, maquinaria y otros bienes. Aunque los subsidios fueron retirados con el colapso de la Unión Soviética en 1991, bajo el mandato del presidente Vladímir Putin estas relaciones se han ido fortaleciendo nuevamente.
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