Después que el presidente de Panamá Juan Carlos Varela anunciara esta semana una especie de política de pies afuera y pies adentro ( la frontera con Colombia se mantiene cerrada para los migrantes irregulares, mientras se establece un corredor humanitario para los que logren entrar al país), hubo una bifurcación en la marea de migrantes cubanos que abandonaban en masa la ciudad de Turbo (Urabá antioqueño) bajo amenaza de deportación por las autoridades colombianas.
Urgidos por Bogotá a acogerse a la “deportación voluntaria” e irse “por sus propios medios” en un plazo de cinco días, en un principio cientos cruzaron el Golfo de Urabá hacia Capurganá (Chocó), para intentar adentrarse en Panamá por las trochas de la Selva del Darién abiertas por los traficantes de drogas, que ahora también controlan el lucrativo tráfico de personas.
Sin embargo, en los últimos días ha ido en aumento el arribo de isleños al pequeño corregimiento de Sapzurro, último colombiano de la costa atlántica antes de Panamá, de cuyo territorio sólo lo separa la loma de La Miel.
La montaña recibe el nombre del caserío panameño al pie de la ladera opuesta. La emisora colombiana Caracol Radio tomó nota de cómo en pocos días el número de cubanos en Sapzurro superó el de la población local.
El miércoles y hasta la mañana del jueves, unos 200 cubanos, incluidos unos 40 niños, seis mujeres embarazadas y dos minusválidos en muletas, se apostaron en los maniguales de la loma fronteriza, luego de tener noticias de que cerca de 200 compatriotas habían logrado entrar la víspera en Panamá y habían sido conducidos a La Miel.
En las últimas horas otros 200 llegaron a esa localidad, reportó este viernes a Martí Noticias uno de ellos, Aliex Artiles, un informático que fuera vocero de los cubanos en Turbo, sin revelar cómo lo lograron.
Según Odalys Sabatés, quien lleva unos tres meses en Sapzurro tras ser devuelta a Colombia por las autoridades istmeñas, esos cubanos son censados por Panamá y estarían esperando en la pequeña villa turística ser trasladados a Puerto Obaldía, donde hay mejores condiciones para atenderlos.
Sabatés dijo a Martí Noticias que el jueves un teniente de la guarnición de la garita panameña, ubicada en la cima de la Loma de la Miel, salió a hablar con los cubanos.
El oficial les pidió que bajaran a Sapzurro, ya que su posible ingreso a Panamá se estaba conversando y ellos, las mujeres y los menores se estaban exponiendo a las alimañas, la lluvia e incluso la posible caída de árboles. Les dijo que había buenas probabilidades de que se llegara a una solución, y que cuando los guardafronteras fueran notificados, les avisarían.
Sin embargo, aunque el presidente Varela confirmó el martes que se había establecido el corredor humanitario, incluyendo un campamento, para asistir a los que a través de las peligrosas trochas del Darién lleguen a poblaciones como Peñitas, Laja Blanca y Metetí, (un 80 % son migrantes haitianos, dijo) reiteró que la vía Sapzurro- La Miel-Puerto-Obaldía-Ciudad de Panamá que utilizaban los cubanos meses atrás sigue cerrada.
En un efecto de dominó Panamá cerró su frontera con Colombia en mayo, luego de resolver sendas crisis humanitarias creadas por la aglomeración de migrantes cubanos cerca de su frontera con Costa Rica. San José había cerrado antes el límite común luego de confrontar una situación aún peor con cerca de 8.000 cubanos varados en su frontera norte, después que Nicaragua cerrara su borde sur a mediados de noviembre.
Sin embargo, esta semana se dio a conocer un comunicado de la cancillería nicaragüense en el cual se anuncia que varios organismos del gobierno están coordinándose para garantizar un flujo ordenado y seguro de migrantes irregulares por su territorio. La nota siguió a las noticias de que ocho migrantes africanos indocumentados, entre ellos una mujer encinta, se habían ahogado en el Gran Lago de Nicaragua.
Fuertes presiones
Los casi 1.800 cubanos, que habían pasado unos tres meses en una bodega de Turbo y sus inmediaciones fueron objeto de una fuerte presión del gobierno de Juan Manuel Santos para que abandonaran el improvisado refugio, incluyendo reiteradas amenazas de deportación, tácticas de guerra sicológica con presencia de militares, barreras y helicópteros, distribución de volantes a los vecinos anunciando represalias para quienes ayudaran a los migrantes, y por último la deportación sumaria a Cuba de un grupo de 14 isleños. Este fue el aguijonazo final que desató la estampida hacia la selva.
En Sapzurro, Sabatés dice que escuchó decir que este viernes se esperaba la llegada a bordo de “pangas” (lanchas), de otros cinco grupos de cubanos procedentes de Turbo,
El presidente Varela invocó como razón de la nueva política panameña de “flujo controlado” el derecho a la vida. “No podemos permitir que en nuestro país muera nadie”, dijo. “El principal derecho humano es el derecho a la vida, y yo, como Presidente, podré recibir todas las críticas, pero no voy a permitir que ni un ser humano, ni un hijo de Dios, muera en nuestras tierras”.
En 1776 la Declaración de Independencia del país al que quieren llegar hoy los cubanos confirmaba la primacía entre los derechos humanos del derecho a la vida, pero exaltaba al mismo nivel otros dos: “Todos los hombres son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables (…) entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.