Un artículo en defensa de la política del gobierno cubano de enviar brigadas de profesionales de la salud a decenas de países, publicado en el portal oficialista Cubadebate, empieza por decir que “la colaboración médica se ha convertido en los últimos años en una de las principales fuentes de ingreso de Cuba”, para luego asegurar que “la retribución económica no es lo que distingue a la colaboración médica”.
Además de contradictorio, el texto firmado por el Dr. Mario Antonio Padilla Torres miente, escamotea las propias cifras oficiales, e intenta presentar a los médicos de la isla como víctimas de una injusta campaña del gobierno de Estados Unidos, y al gobierno cubano como un generoso benefactor de los pueblos del mundo.
Lo cierto es que La Habana les paga a los profesionales de la salud cubanos de esas brigadas entre un 20 y un 30 por ciento de lo que cobra por sus servicios, a veces incluso 10 por ciento; les deposita parte sustancial de esos pagos en bancos de la isla para entregárselos luego en CUC, una moneda que pierde valor por día, y ni siquiera les permite negociar sus “contratos”.
En el Capítulo 15 de su más reciente anuario, la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) informa que en 2019 los ingresos por concepto de turismo internacional fueron de 2,645.1 millones de pesos convertibles, y que 373.1 de esos millones fueron a manos del sector privado (al cual, valga reconocer, no denominan “sector no estatal”).
No está disponible aún el reporte de ingresos por servicios profesionales al extranjero para 2019, que incluye las ganancias de las brigadas médicas. Pero en 2018 esa cifra era de 6,398,538,800 “pesos” (en su artificial equivalencia a dólares), más del doble de lo que el turismo recaudó durante el año anterior al descalabro causado por la pandemia.
Para las arcas del país habría un solo ingreso semejante o ligeramente mayor que el reportado por las brigadas médicas, y son las remesas si, como propone el presidente de la firma de asesoría Havana Consulting Group, Emilio Morales, se calculan de forma combinada, sumando envíos en efectivo, bienes remitidos a la isla y recargas telefónicas y de servicios de internet. En ese caso, el total de las remesas en 2018 ascendería a más de 6,660 millones de dólares, según Morales.
El autor del artículo publicado en Cubadebate asegura que el gobierno de Estados Unidos interpuso una demanda contra la Organización Panamericana de la Salud, la OPS.
“Otro blanco de los ataques estuvo dirigido contra la OPS, que enfrentó una demanda por parte del gobierno de EUA por su participación en la cooperación ‘Mas Médicos’ en Brasil, en la que 45 millones de personas fueron tratados exclusivamente por cubanos, sobre todo en el Amazonas”, dice el Dr. Padilla Torres.
Al margen de la audacia estadística según la cual 45 millones de personas fueron atendidas por médicos cubanos en Brasil, no es cierto que el gobierno de Estados Unidos haya presentado una demanda contra la OPS.
Fueron cuatro médicos cubanos, los doctores Tatiana Carballo, Russela Rivero, Ramona Matos y Fidel Cruz, quienes, representados por el abogado Sam Dubbin y al amparo de la ley RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations, o Chantaje Civil, Influencia y Organizaciones Corruptas), acusaron a la OPS de complicidad con el gobierno cubano.
“Estos doctores forman parte de varios miles de médicos cubanos que fueron traficados por la Organización Panamericana de la Salud entre Cuba y Brasil entre 2013 y 2017”, declaró Dubbin en un comunicado. “El plan violó las leyes de lucha contra el tráfico y la extorsión en Estados Unidos y generó más de $75 millones para la OPS”.
Lo que sí hizo el gobierno de Estados Unidos fue exigirle a la OPS una investigación independiente sobre el programa Mais Medicos, algo que, por cierto, la OPS estuvo de acuerdo en hacer y anunció que haría el 15 de julio.
“Hace unas pocas semanas, creo que desde aquí mismo, critiqué a la Organización Panamericana de la Salud por no revelar detalles del programa Mais Medicos, que usa médicos cubanos como esclavos en un acuerdo de más de mil millones de dólares”, dijo entonces el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo. “Hoy celebro la decisión de la OPS de iniciar una investigación independiente”.
Calificar de “noticia falsa” un artículo publicado en el diario The New York Times y decir que su propósito era evitar los viajes de turistas a Cuba es, en si mismo, una noticia falsa.
“En los medios se publicaron noticias falsas sobre el zica para que no viajaran turistas a Cuba”, escribe el autor en Cubadebate. “El New York Time [sic] publicó un artículo con el titular ‘Brote de zica en Cuba que no se informó’. El fin era no viajar a Cuba. Esto se convirtió en otro ejemplo en que los científicos no respetaron la ciencia cubana”.
El artículo aparecido en el periódico The New York Times el 22 de agosto de 2019 se titula –según la propia versión al español hecha por sus editores—“Un brote ‘oculto’ de zika en Cuba”, y lleva la firma de Carl Zimmer.
“Hasta ahora, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) no tenía registro de ninguna infección de zika en Cuba en 2017, mucho menos de un brote”, escribió Zimmer. “Después de que The New York Times hiciera algunas preguntas sobre el nuevo estudio publicado en la revista Cell, los funcionarios internacionales reconocieron que no habían contado 1,384 casos reportados ese año por los funcionarios cubanos”.
De acuerdo con la OPS, la omisión –muy conveniente para el gobierno cubano-- se debió a un “fallo técnico”.
Curiosamente, la OPS nunca quiso explicar cuál fue ese “fallo técnico”. Dos semanas después de publicado el artículo de Zimmer, y considerando la gravedad del problema para las estadísticas regionales, Radio Televisión Martí le envió un mensaje de correo electrónico a la organización (PAHO en inglés, por las siglas de Pan American Health Organization), con las siguientes preguntas:
“¿Qué tipo de fallo técnico causó el error? ¿Qué ocurrió con el responsable o los responsables?”
Ninguno de los tres voceros de la OPS a los cuales fueron remitidas las preguntas respondió el email. Tampoco contestaron mensajes de voz dejados en sus buzones telefónicos dos semanas más tarde.
Fue necesario apelar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 26 de septiembre con una solicitud de ayuda para recibir respuesta, que llegó aquel mismo día firmada por Daniel Epstein, del Departamento de Prensa y Relaciones Públicas de la OPS.
Pero Epstein tampoco respondió cual fue el “fallo técnico” de la OPS que beneficiaba al gobierno cubano en su afán de atraer turismo estadounidense a la isla.
El artículo de Zimmer en The New York Times se refiere al exhaustivo estudio que hizo un equipo de 38 investigadores del Departamento de Inmunología y Microbiología del Instituto Scripps en La Jolla, California. La investigación fundamentaba que, solo en 2017, la cifra de casos de zika en Cuba debe haber sido superior a 5,500, y que el brote de ese año en la isla fue comparable a los de 2016 en países como Jamaica (7,165), República Dominicana (5,305) y Haití (3,103).
El jefe del equipo, Kristian G. Andersen, le dijo entonces a Radio Televisión Martí que el aviso de los Centros Para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos en 2017 para los potenciales viajeros a Cuba tendría que haber sido diferente.
“Si hubiéramos sabido que había un brote activo en 2017, esas pautas tendrían que haber sido actualizadas con la información de los casos existentes en Cuba”, escribió Andersen en un mensaje de correo electrónico.