Cuando la alta jerarquía de Cuba compareció el 20 de marzo en la Mesa Redonda de la televisión nacional para anunciar medidas drásticas que apenas días antes consideraba innecesarias, los cubanos escucharon decir por primera vez que los casos de COVID-19 reportados hasta entonces no se correspondían con la realidad.
“El número real de contagios es mayor de lo que dicen las cifras oficiales”, declaró aquel día el gobernante Miguel Díaz-Canel, “porque muchas personas no son conscientes de tener el virus y lo transmiten sin saberlo”.
Hay un país que determinó “por estudios” que el número de casos reales era seis veces mayor que el número de casos que se habían detectado y se habían informado; otros países han llevado esta cifra a siete, y hay países que recientemente hablan de hasta 10 veces la cantidad reconocida, dijo el gobernante.
“Por lo tanto, uno puede moverse y decir que para un número de casos detectados, entre seis y 10 veces serían los casos que realmente podríamos estar teniendo”, manifestó Díaz-Canel.
En realidad, la reacción del gobernante aquel 20 de marzo podría deberse no a cifras de estudios conducidos “en otros países”, sino a datos del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), de La Habana, según los cuales en la semana previa hubo una explosión de enfermedades respiratorias agudas como influenza, neumonía, resfriados y los coronavirus anteriores al SARS-CoV-2.
Y no es posible descartar que se tratara de contagios del nuevo coronavirus, lo cual hace pensar ahora que Cuba probablemente tuvo miles de casos de coronavirus sin diagnosticar, según revela una investigación de The Miami Herald que remite a estadísticas del IPK.
Hasta el sábado 14 de marzo los diagnósticos de esas enfermedades respiratorias mostraban un año común y corriente en Cuba, incluso con menos casos que el mismo periodo de 2019, indica el reportaje.
El periódico Granma informaba el 15 de marzo, citando al ministro de Salud Pública José Ángel Portal Miranda, que se habían mantenido los estudios de otros virus respiratorios, “la mayoría positivos a Influenza A, lo cual es un indicador normal en esta época del año en Cuba”. Hasta el 14 de marzo habían hecho pruebas de laboratorio de COVID-19 a 51 pacientes y reportaban solo cuatro positivos.
“De repente, en la semana que terminó el 21 de marzo, hubo una avalancha de personas que buscaron tratamiento para enfermedades respiratorias, unas 144,095, un salto del 47 por ciento en relación con la semana anterior”, escribe la periodista Nora Gámez Torres en su reportaje investigativo.
La cifra, dice, es un 50 por ciento más alta que la reportada la misma semana del 2019. De hecho, la semana posterior, del 22 al 28 de marzo, el IPK no publicó su acostumbrado reporte, pero sí lo hizo la otra, entre el 29 de marzo y el 4 de abril: 158,583 casos.
Un cálculo hecho a partir del acumulado le permitió al Herald exponer la cantidad correspondiente a la semana posterior al anuncio de Díaz-Canel y el primer ministro Manuel Marrero en la Mesa Redonda: 188, 816 casos.
En sus boletines, el IPK “no explicó el aumento de personas con enfermedades respiratorias agudas ni lo relacionó con la circulación del nuevo virus”, escribe Gámez Torres. “Pero los nuevos datos podrían haber llevado al gobierno cubano a imponer las restricciones de viaje que cerraron el país al turismo internacional”.
Una vocera de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Ashley Baldwin, le dijo al Herald que el aumento en la detección de casos de influenza A en la segunda mitad de marzo era el resultado de las pesquisas del personal sanitario en la isla, pero que “COVID-19 se ha descartado en la mayoría de estos casos”.
Sin embargo, observa Gámez Torres, “la OPS no explicó cómo se logró esto, especialmente en un momento en que la capacidad del gobierno para hacer pruebas de detección del virus eran mínimas”. Tampoco dijo si la organización lo había verificado independientemente.
En septiembre de 2019, Ashley Baldwin fue –junto con Leticia Linn y Sebastián Oliel-- una de las tres representantes de prensa de la OPS que no respondieron mensajes de email ni llamadas telefónicas de Radio Televisión Martí al solicitar datos para la investigación “Dengue y zika en Cuba en tiempos del coronavirus y ‘un problema técnico’ de la OPS”.