En su más reciente informe, Human Rights Watch da a conocer su preocupación por el “desinterés temerario” que muestra el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al negarse a brindar información real a los ciudadanos del país sobre la epidemia COVID-19.
Pese a que ya son seis los fallecidos y la cifra de contagiados asciende a 475 casos, el presidente de México rechaza cumplir con protocolos, orientaciones y recomendaciones de los organismos de la Salud Pública y tampoco cumple con el deber de ofrecer información verídica sobre la trascendencia de la situación.
Según afirma HRW, López Obrador llega incluso a contradecir abiertamente las disposiciones de las autoridades especializadas, exhortando a los mexicanos “a que sigan saliendo a espacios públicos”.
“El comportamiento del presidente López Obrador de cara a la crisis del CVID-19 es un ejemplo sumamente peligroso que amenaza la salud de los mexicanos”, declara José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. “Ha mostrado una renuencia indignante a brindar información precisa y comprobada sobre los riesgos de un virus que ya ha matado a miles de personas en todo el mundo. Es necesario que aborde este problema con seriedad, a fin de proteger la salud y la vida de la población mexicana”.
Las ligeras palabras del presidente de México: “no es, según la información que se tiene, algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la influenza”, o, a sus efectos: “Hay quien dice que, por lo del Coronavirus, no hay que abrazarse. Pero hay que abrazarse. No pasa nada”. Han salido a relucir en el presente informe.
Hace apenas una semana, los empleados del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, encargada de realizar las pruebas y atender a los afectados, elevó una protesta por la total “ausencia de protocolos” para actuar contra el virus, “el secretario de Salud llegó tarde a la fiesta del Coronavirus”, apuntaron.
Por su parte, el personal médico apunta directamente hacia el gobierno de AMLO por su reticencia a aceptar que la epidemia se propaga rápidamente entre los ciudadanos, limitando con ello la posibilidad de las pruebas, dificultando también el conocer cuál es la cantidad de casos que “casi seguro es muy superior” a los reconocidos oficialmente.
No fue, sino después de varias sentencias obtenidas por varias ONG en colaboración con activistas mexicanos que, el pasado 23 de marzo el gobierno de López Obrador reconoció que el COVID-19 se estaba propagando dentro de México.