En su desenfrenada búsqueda de dólares, el gobierno cubano ha dejado fuera del negocio incluso a las empresas estatales que no estén bajo control directo de los militares, pues solo tres de las 11 firmas habilitadas para las ventas en dólares podrán hacerlas, y las tres son de GAESA.
Lo subraya el economista Oscar Fernández Estrada en su artículo “Cuba: dolarización parcial de la economía vs reunificación monetaria”, que publica OnCuba News.
GAESA son las siglas del Grupo de Administración Empresarial, Sociedad Anónima, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, dirigido por el ex yerno de Raúl Castro, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas.
En octubre “se anunció que serían 11 las empresas habilitadas para operar las compras”, escribe Fernández Estrada. “Entre ellas se encontraban entidades pertenecientes al propio Ministerio de Comercio Exterior, del Ministerio de Industrias, del CITMA, de ETECSA, del MINTUR, una subordinada directamente al Consejo de Ministros”.
Transcurridos poco menos de 90 días y sin que hubieran hecho la primera importación, ocho de esas empresas quedaron desautorizadas por alguna razón que no se hizo pública, indica el economista cubano.
“Ahora todas las operaciones de importación por encargo para la venta en las tiendas en dólares están en manos de solo tres empresas: CIMEX, SASA y Tiendas Caribe”, todas bajo control de GAESA, añade Fernández Estrada.
Para el experto, el problema mayor no radica en el control monopólico del Estado sobre esa actividad económica, sino en los peligros de disolver todo espacio potencial de competencia entre entidades estatales.
Si se quiere construir verdaderamente una economía para el consumidor, deben combatirse todos los monopolios que no se amparen en una garantía de costos mínimos, advierte el economista.
“Se veía venir”, le dijo a Radio Televisión Martí el escritor Carlos Alberto Montaner. “Incluso la creación del cargo de Primer Ministro, y la asignación de esa responsabilidad a Manuel Marrero, es porque el hombre fuerte de Cuba es claramente Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, militar de altísimo rango. Marrero es una imposición suya. La militarización de la economía cubana crece exponencialmente. No es nada raro que el manejo de las divisas quede en manos de tres entidades controladas por él. Todo el país está bajo su control”.
La semana pasada, en la Mesa Redonda de la televisión cubana, el ministro de Transporte de Cuba, Fernando Rodríguez Dávila, explicó cómo deben hacer los cubanos para importar automóviles --siempre con el gobierno como intermediario—, y la vicepresidenta primera del CIMEX, Iset Maritza Vázquez Brizuela, hizo un inventario de “los productos de calidades y estándares superiores” que el gobierno compra en el extranjero para vender en Cuba.
“Hasta ahora se desaprovecha una magnífica oportunidad de fomentar la adquisición de medios de producción, tan necesarios para destrabar sectores como la agricultura, en lugar de apostar por bienes de consumo que refuerzan un patrón rentista y una vocación importadora”, observa el autor del artículo.
Desde La Habana, otro economista, Omar Everleny Pérez Villanueva, concuerda con Fernández Estrada en la necesidad de poner las importaciones en función de la producción nacional.
“Si dejas importar un auto, ¿por qué un campesino no puede importar un tractor? ¿Cuál es la diferencia, si ya tienes los canales establecidos?”, se pregunta Pérez Villanueva en entrevista con Radio Televisión Martí.
Cree que el gobierno cubano debe aceptar también la importación de “bienes de capital para la producción”, aunque tenga que aprobar las pequeñas y medianas empresas.
“Siguen dando vueltas y diciendo: ‘Bueno, ahora sí voy a autorizar productos de peluquería, productos de jardinería…’, pero abre las pequeñas y medianas empresas, deja que haya una empresa de jardineros, ¿por qué no?”, comenta el experto. “Entonces, no se cierra el ciclo”.
Si el Estado autorizara la creación de pequeñas y medianas empresas no estaría haciendo nada fuera de su propio marco político, observa Pérez Villanueva.
“Los lineamientos, la conceptualización del modelo y la estrategia a largo plazo; todas tienen algún párrafo que dice: ‘Favoreceremos la pequeña y mediana empresa privada”, indica el economista. “No es tampoco que tú digas, ‘bueno, es que políticamente ya estaríamos en contra de…’ No, eso políticamente ya se aprobó”.
El gobierno no critica esas opciones, pero tampoco las aprueba, y el tiempo va apremiando, advierte Pérez Villanueva. “Y este año no han dado estadísticas oficiales: CEPAL [la Comisión Económica para América Latina y el Caribe] dijo que la economía cubana crecería 0.5%, pero el Estado oficialmente no lo ha dicho”, comenta el ex profesor de la Escuela de Economía de la Universidad de La Habana.
Lo curioso es que las autoridades cubanas citan a la CEPAL cuando hablan del 2019, observa el experto, porque eso significa que entonces admiten también tácitamente los pronósticos de otras organizaciones que vaticinan un retroceso económico este año.
“Es hora de tomar medidas de una amplitud mayor”, declara Pérez Villanueva. “Sí, se han diseñado políticas para la gran empresa, pero los esfuerzos no valen: los que valen en economía son los resultados, los números”, dice.
Es cierto que se han recrudecido las medidas del gobierno de Donald Trump contra Cuba, añade el economista desde La Habana.
“Pero yo creo que todavía hay factores internos que podrían aumentar la producción del país, y uno de ellos es destrabar las fuerzas productivas, incluyendo la estatal, pero sobre todo la privada, que es la que tiene más reservas”, opina el economista.
El propio gobierno reconoce que el sector privado es el que ha generado empleo neto en los últimos años; que el sector privado es el que está aportando ingresos al presupuesto de una forma creciente, observa.
“Si tú reconoces todo eso, ¿por qué no desatas las fuerzas productivas de verdad?”, se pregunta Pérez Villanueva. “¿Dónde está la reticencia, a qué nivel? ¿Quién toma esa decisión, quién no?”
Para Pérez Villanueva la fórmula es clara: toda empresa cubana, estatal y privada, debe tener el derecho de importar directamente, y bastaría con exigirle un resultado. ¿Por qué tiene que ser a través de una empresa centralizadora; por qué tengo que entrar por una empresa estatal?, cuestiona el economista.
“Yo lo primero que eliminaría es el monopolio estatal del comercio exterior”, manifiesta el economista.
En su artículo de OnCuba News, Fernández Estrada ensaya varias conjeturas sobre cómo afectará la dolarización el plan de unificar a corto plazo las monedas CUC y CUP. A su juicio, las opciones van desde un proceso acelerado, difícilmente aplicable con las tiendas de dólares, hasta otra que divida la economía en dos sectores, emergente y tradicional, con una devaluación gradual en este último para contrarrestar las incertidumbres sociales.
“Mientras no se comprenda la provisión de información de interés público, ya no como un derecho ciudadano, sino como una necesidad vital de subsistencia en las actuales condiciones, a los economistas y al resto de los cientistas sociales llamados a aportar soluciones, no nos quedará otra alternativa que continuar adivinando”, escribió Fernández Estrada.