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Caída de Assad muestra "vulnerabilidad" de regímenes como Cuba y Venezuela, señalan expertos


Un hombre camina junto a retratos que fueron bajados del derrocado Bashar al-Assad, afuera de la sede de seguridad militar del Ministerio de Defensa, en el distrito de Kafr Sousa, en Damasco, el 9 de diciembre de 2024.
Un hombre camina junto a retratos que fueron bajados del derrocado Bashar al-Assad, afuera de la sede de seguridad militar del Ministerio de Defensa, en el distrito de Kafr Sousa, en Damasco, el 9 de diciembre de 2024.

El derrocamiento de Bashar al-Assad en Siria demuestra la “vulnerabilidad” de los gobiernos autoritarios en América Latina como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba, a pesar del respaldo de países como Rusia e Irán, señalan expertos.

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El derrocamiento de Bashar al-Assad después de 24 años en el poder en Siria demuestra la “vulnerabilidad” de los gobiernos autoritarios en América Latina a pesar del respaldo y la cercanía de naciones como Rusia e Irán, que han visto reducidas sus capacidades de salvaguardar a aliados en Oriente Medio y más aún en otros continentes, afirman expertos.

Venezuela, Nicaragua y Cuba están viendo lo sucedido en Siria “con mucha aprehensión”, según Geoff Ramsey, analista del Atlantic Council, un centro de investigación y estudio de Estados Unidos.

“Esto envía una señal de vulnerabilidad a los aliados latinoamericanos del régimen de Assad y podría debilitar la percepción de Rusia como un garante confiable de estabilidad y apoyo político, militar y económico”, afirmó a la Voz de América el especialista en asuntos de seguridad, derechos humanos y política de América Latina.

Assad y antes su padre Hafez gobernaron Siria durante medio siglo, pero el mandato del heredero llegó a su fin este domingo, cuando fuerzas rebeldes lanzaron exitosamente una ofensiva relámpago que lo depuso del poder.

Un rebelde observa recuerdos personales del expresidente sirio Bashar al-Assad en el Palacio Presidencial conocido como "Palacio del Pueblo", después de que los rebeldes tomaran la capital, en Damasco, Siria, el 10 de diciembre de 2024. REUTERS/Amr Abdallah Dalsh
Un rebelde observa recuerdos personales del expresidente sirio Bashar al-Assad en el Palacio Presidencial conocido como "Palacio del Pueblo", después de que los rebeldes tomaran la capital, en Damasco, Siria, el 10 de diciembre de 2024. REUTERS/Amr Abdallah Dalsh

Assad se refugió el domingo en Rusia, un viejo aliado político que intervino militarmente en Siria desde 2015 para defenderlo de sus opositores armados, considerados “terroristas” por el Kremlin. Sin embargo, ni Moscú ni Irán, otro importante socio geopolítico del depuesto presidente, pudieron evitar su caída.

Según Ramsey, el caso de Siria “refuerza la teoría de que no importa cuán fuerte o invulnerable parezca un gobierno autoritario desde el exterior, todos tienen sus puntos débiles”.

Rusia e Irán, actuales aliados estratégicos de los gobiernos de Nicolás Maduro, en Venezuela, Daniel Ortega, en Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel, en Cuba, apoyaron a Assad contra sus detractores durante la última década, entre sublevaciones y una guerra civil.

Hace nueve años Moscú desplegó aviones de guerra en Siria, envió miles de toneladas de equipo militar y suministros, activó fuerzas especiales a favor del gobierno de Assad y ayudó a entrenar a las tropas sirias, incluso con operaciones de contratistas militares.

Ahora, Rusia acumula más de dos años de guerra en Ucrania, entre tensiones militares con países vecinos y del mundo occidental, lo cual ha debilitado el alcance de su apoyo a Damasco.

Ramsey, por su parte, consideró que la caída de Assad podría motivar a actores internacionales, especialmente en Europa y América, a “reforzar la presión” sobre gobiernos autoritarios latinoamericanos como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Esa coacción incluiría un posible endurecimiento de las sanciones económicas, un aún mayor aislamiento diplomático y un apoyo “más decidido” a las oposiciones internas de esos países, precisó el experto de The Atlantic Council.

La ley del “sálvese quien pueda”

Tamara Taraciuk Broner, directora del programa sobre Estado de derecho en Diálogo Interamericano y experta en asuntos políticos latinoamericanos, opinó que el derrocamiento de Assad envía el mensaje a gobernantes como Maduro de que “ningún dictador está a salvo eternamente, aferrándose al poder”.

También dijo que la situación en Siria es una lección para quienes integran gobiernos autoritarios.

“Assad desapareció de Siria y no se preocupó por proteger a las estructuras criminales que lo mantuvieron en el poder”, subrayó.

“Al final de cuentas, estos dictadores aplican la ley del sálvese quien pueda”, dijo, y estimó que colaboradores de gobiernos como el de Maduro podrían “empezar a mirar hacia afuera para entender cuáles son sus alternativas y de qué manera esas alternativas pueden beneficiarlos” si respaldan una transición democrática.

El desgaste del poder

En conversación con Martí Noticias, opositores cubanos aseguraron que el derrocamiento del dictador sirio es una mala noticia para el régimen de La Habana.

Díaz-Canel hizo un llamado en la noche del domingo en su cuenta de X a “preservar la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Siria”. La prensa estatal cubana informó más temprano el mismo día que "tanto el Ejército como las fuerzas de seguridad entregaron sus armas antes de la llegada de la oposición para evitar más derramamiento de sangre".

En Venezuela, Maduro anticipó el lunes que sectores del “extremismo” en Venezuela saldrían a fomentar una guerra civil calcada en lo ocurrido en Siria, advirtiendo a Estados Unidos que “se arrepentirá” durante un siglo si respaldan esos presuntos planes. Horas antes, su Cancillería dijo que observaba “con atención” los hechos en el país de Oriente Medio, haciendo votos porque el pueblo sirio resolviera sus diferencias “sin la injerencia externa ni el uso de la violencia”.

Elsa Cardozo, profesora universitaria experta en relaciones internacionales, destacó que ni Rusia ni Irán se encuentran actualmente en capacidad de “sostener a todo trance” a un régimen cercano en lo geográfico y lo ideológico, como el de Assad.

A su entender, la guerra en Ucrania se convirtió en “una aspiradora muy fuerte de recursos” para Moscú, mientras que Teherán, centrada en sus tensiones bélicas con Israel, estuvo atada de manos para hacer algo más por Assad en al menos el último año.

Esa imposibilidad de defender a aliados se maximiza cuando estos se encuentran “a muchos kilómetros de distancia”, por ejemplo, en América, advirtió.

“Las limitaciones materiales estratégicas de Rusia e Irán son mucho mayores a estas distancias”, apuntó Cardozo, para quien el exgobernante sirio “se convirtió en un peso complicado e incómodo” sobre los hombros de sus socios de la región euroasiática, además con unas fuerzas armadas “debilitadas” e insuficiente apoyo popular.

Para la analista, los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba “constataron las limitaciones” de los aliados en horas de crisis, a pesar de sus muchos proyectos conjuntos.

“Los regímenes autoritarios también se desgastan, llegan a su límite”, aseguró. Y, como colofón, sus colaboradores, “pierden disposición a dar la vida por ellos”.

[Con reporte de VOA]

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