LA HABANA - Cuando arrancó a llover el pasado 2 de mayo, Eliseo y su esposa ya habían cubierto las goteras del techo de tejas con silicona, tablones de madera y trozos de nailon. A la cubierta, en la parte exterior, le rociaron pintura impermeabilizante y reforzaron las vigas de hierro en el techo que atraviesa la casa, para que no colapsaran.
Eliseo y su mujer residen en una zona baja de La Habana Vieja, aledaña a una línea de ferrocarril, muy cerca del antiguo Mercado Único de Cuatro Caminos, y que se suele inundar con un aguacero de moderada intensidad.
“Desde que tengo uso de razón, las autoridades dicen que van drenar la zona y construir edificios confortables. Es un cuento. Además de inundarse enseguida con cualquier temporal, el 80 por ciento de las casas están en mal estado. Todos los años, cuando llega la temporada ciclónica (del 1 de junio al 30 de noviembre) o llueve con fuerza, siempre se derrumba el techo de una o varias casas o se desploman las paredes. El gobierno lo único que hace es evacuarte a un lugar y seguro. Luego, cuando vuelve la calma, te venden un par de colchones y una arrocera eléctrica. Las reparaciones de las viviendas las tienen que costear la gente. Los que no pueden, porque están subsidiados por el Estado, llevan un montón de años esperando que le entreguen una casa nueva o le concedan materiales de construcción”, cuenta Eliseo, mientras revisa las paredes, a ver si las grietas se agrandaron.
Por estos lares, las familias establecen sus propios protocolos de seguridad ante la llegada de un evento meteorológico. “Cuando las lluvias arrecian, mis dos hijos van dormir a la parte más segura de la casa. Esta vez las afectaciones fueron menores. El techo aguantó, solo se rompieron cinco o seis tejas”, dice Eliseo, quien labora como estibador portuario.
Casi cuatro semanas de lluvias constantes en la capital, provocaron más de 200 derrumbes parciales o completos en los municipios Habana Vieja, Plaza y Centro Habana.
“Cuando salió el sol fue peor. En los últimos siete días han habido alrededor de 120 derrumbes de techos o paredes. Por suerte, no hubo que lamentar heridos ni muertos. Y eso que en La Habana las lluvias no tuvieron la intensidad de otras provincias como Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spiritus”, expresa un funcionario municipal de vivienda.
Martí Noticias le preguntó si dentro de las estrategias del nuevo gobierno había un plan destinado a mejorar el drenaje en las zonas bajas y construir casas para los miles de habaneros que viven en condiciones precarias y de extrema pobreza.
“Se habla de potenciar la construcción de viviendas. Según el gobierno, en una década este problema se pudiera resolver, al menos en La Habana. Pero habrá que ver. Entre el bloqueo de los yanquis y el de los propios cubanos, la corrupción y el burocratismo, dudo que se puedan erigir el millón de casas que existe de déficit”, opina el funcionario.
Los problemas de la vivienda es un asunto de vieja data en Cuba. Fidel Castro planificó diferentes estrategias. Desde crear brigadas de constructores con personas que jamás habían utilizado una cuchara de albañil hasta prometer edificar 100 mil viviendas anuales.
La estética y mala calidad de la mayoría de esas construcciones provocaron que incluso, muchas familias que residen en viviendas construidas hace tres décadas, ahora necesitan una nueva morada. Es el caso de Esther, maestra de primaria, residente en un chapucero edificio construido a fines de los años 80 en una barriada del Vedado.
“Eran como las diez de la noche cuando se cayó un trozo de placa del techo del cuarto. Afortunadamente mi hija estaba viendo la televisión. No es el único problema. Hace años los vecinos del edificio tenemos tupiciones, filtraciones en los techos y por los bordes de las ventanas. Escalones de la escalera se han derrumbados y para subir hasta el quinto piso, donde vivo, hay que ser acróbata. Y eso no es culpa del bloqueo ni del mal tiempo”, señala Esther.
Las persistentes lluvias también provocaron que el pasado 27 de mayo colapsara parte de un edificio ubicado en la esquina de las calles Muralla y Aguiar, Habana Vieja. "Ese edificio llevaba años declarado inhabitable. Pasadas las 6 de la tarde, una parte del techo se derrumbó, causando daños en otras habitaciones. El estruendo fue horrible, pero no hubo lesionados ni fallecidos", señala Bárbara, vecina del inmueble.
Las lluvias que antecedieron a la tormenta Alberto causaron 7 muertos y dos desaparecidos en Cuba. Los mayores daños se produjeron en las provincias centrales, sobre todo en Cienfuegos, Villa Clara y Sancti Spiritus.
Miles de hectáreas de arroz, tabaco, frutales y cultivos varios se echaron a perder. “Disfruten ahora del plátano macho y la piña, pues con las pérdidas que hubo en Ciego de Ávila, van estar un tiempo perdidos del mercado”, vaticina Omar, chofer de un camión que transporta productos agrícolas del centro de la isla a la capital.
En el poblado de Ovas, Pinar del Río, a 170 kilómetros al oeste de La Habana, las lluvias igualmente fueron muy intensas. Ovidio, dueño de una pequeña finca, considera que “gran parte de la responsabilidad de que las cosechas se pierdan es de los campesinos. Se sabía que venía una etapa lluviosa y había que recoger antes las cosechas. Y luego roturar los suelos. Pero sucede que las tierras del Estado no son de nadie y a nadie le importa que se echen a perder los cultivos. Caen cuatro gotas de agua y la gente no trabaja. Si fueran el dueño de la tierra eso no sucediera”.
En estos momentos, la preocupación de los cubanos es que debido al paso de Alberto, los precios de los productos agrícolas van a seguir subiendo en los agromercados. “Si hay sequía es malo, si llueve mucho, también. Vamos a ver cuánto suben los precios, cualquier mal tiempo provoca que se encarezcan más aún”, se queja Irma, ama de casa.
Y es que Cuba, una nación que importa desde cepillos de dientes hasta hilos de coser, siempre está expuesta a huracanes, situaciones políticas externas o la subida o bajada de los precios del petróleo en el mercado internacional. Esta vez fue vencida por las intensas lluvias de una tormenta tropical.