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Paladares en Cuba: una historia de corrupción y esfuerzo


Gran reto es el sistemático desabastecimiento en tiendas y mercados en divisa, donde los cuentapropistas se ven obligados a comprar, a precios sin distinción, ingredientes, subproductos, insumos y accesorios para sus negocios.

LA HABANA.- Clara es una joven graduada de Periodismo que decidió no ejercer su carrera para probar suerte en el cuentapropismo. Abrió su paladar con una escasa cantidad de dinero recibida tras la muerte de su abuelo, gracias a la venta de un pequeño cuarto.

“Estaba recién graduada y una amiga me tenía medio apalabrada una plaza en Juventud Rebelde, pero no estaba muy animada porque en los medios oficiales, además de ganar poco, una no tiene prácticamente autonomía”, dijo la emprendedora.

Desde la creación en 1993 del Sistema de Trabajo por Cuenta Propia, una cantidad enorme de licencias ha sido entregada a pretendientes y emprendedores. Aunque la cifra actual de cuentapropistas registrados ronda los 600 mil en el país, un estudio dela Universidad de Oriente estima que por cada cuentapropista reconocido existen 3,5 realizando esta labor de manera ilegal, lo que fijaría la cota en unos 2 millones de cuentapropistas, casi la quinta parte de la población cubana.

Una de las principales causas del éxodo hacia el sector privado son los bajos salarios. Pero aunque en este se gana mejor, no está exento de obstáculos y dificultades, como son los inspectores estatales corruptos.

Un inspector de la DIS (Dirección Integral de Servicios, entidad perteneciente al Poder Popular que controla comercios estatales y privados) percibe 510.00 pesos en moneda nacional (unos 20 cuc), si cumple con el plan de multas impuestas. Es por eso que a menudo recurren a la extorsión, en un contexto de mucha mejor solvencia que el estatal: el privado.

Clara, como la mayoría de los pequeños negociantes que emergen, se encuentra desprotegida ante el acecho de inspectores:

“En año y medio he sido chantajeada varias veces. Primero fueron tres mujeres. Pedían almuerzo y 240 pesos cubanos (10 cuc) cada vez que venían. El peor de todos fue el tal Alexis. Me dijo que cuando vinieran otros inspectores, les dijera que yo era su mujer. Pero usó una frase soez”, expresó Clara con rubor en el rostro.

Otro gran reto es el sistemático desabastecimiento en tiendas y mercados en divisa, donde los cuentapropistas se ven obligados a comprar, a precios sin distinción, ingredientes, subproductos, insumos y accesorios para sus negocios.

La ausencia de mercados mayoristas con una oferta sostenida, confiable y a precios preferenciales, incide negativamente en la calidad de los servicios y en el estrés para conseguir los productos necesarios. Ninguno de los 4 mercados mayoristas conocidos en la capital cubana brinda precios preferenciales a cuentapropistas.

“Ir a esos mercados no conviene. No venden barato y casi nunca hay lo que necesito. Además, me paso un día entero y solo puedo comprar lo que mis manos me permiten cargar”, agrega, parada sobre sus poco más de 50 kilos y 1.65 de estatura.

La paladar de Clara está ubicada en el reparto periférico de Alamar, conocido por su constante desabastecimiento y ubicación a 13 kilómetros del centro de La Habana.

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