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Vasta purga petrolera en Venezuela consolida control de Maduro


Nicolás Maduro (der.) y Eulogio Del Pino.
Nicolás Maduro (der.) y Eulogio Del Pino.

La persecución ha llevado a la incertidumbre, el pánico y la paranoia en el sector, con hasta 65 exejecutivos arrestados en los últimos cuatro meses. Los fiscales, dicen los críticos, han proporcionado escasa evidencia de los cargos.

CARACAS - Días antes de que agentes enmascarados lo arrestaran, familiares y amigos le suplicaron al exministro de Petróleo Eulogio Del Pino que huyera de Venezuela, advirtiéndole que podría ser el próximo ejecutivo detenido o perseguido de una purga cada vez mayor que sacude al sector petrolero venezolano.

Pero al exfuncionario, detenido por la policía antes del amanecer del 30 de noviembre, le costaba creer que pronto podría estar entre quienes han sido blanco de lo que el presidente Nicolás Maduro ha calificado como una limpieza.

“Le dije que se fuera. Pero él me dijo ‘no he hecho nada malo. Yo confió que a mí no me van a hacer nada malo’”, dijo una fuente cercana que describió los prolegómenos de la detención.

Esa confianza, producto de tres años en los que Del Pino ocupó los dos puestos principales de la industria petrolera de Venezuela, ahora parece alarmantemente fuera de lugar. Maduro acusa a Del Pino y a muchos otros exejecutivos petroleros de corrupción y los culpa por los problemas económicos que sufre el país.

“Yo no voy a taparear (encubrir) a nadie”, dijo Maduro en un discurso el 28 de noviembre, mientras tomaba juramento al mayor general que reemplazó a Del Pino como ministro de Petróleo. “El que se metió a corrupto, tiene que pagar en la cárcel y devolver los recursos que se robó del país”.

La persecución ha llevado a la incertidumbre, el pánico y la paranoia en el sector, con hasta 65 exejecutivos arrestados en los últimos cuatro meses. Los fiscales, dicen los críticos, han proporcionado escasa evidencia de los cargos.

La corrupción ha plagado durante mucho tiempo a la industria petrolera del país miembro de la OPEP y gran parte del gobierno de Maduro, una administración izquierdista que lucha con una economía en caída, un aumento vertiginoso del crimen y servicios públicos debilitados.

Pero los críticos, y muchos dentro de la propia industria petrolera, ven la purga como nada más que un esfuerzo para eliminar a los rivales y consolidar el control antes de las elecciones presidenciales del próximo año.

“(Maduro) También quiere control de PDVSA y control de su flujo de caja”, dijo el diputado opositor Ángel Alvarado sobre la petrolera estatal venezolana.

El Ministerio de Comunicación e Información no respondió a una solicitud de comentarios. PDVSA y el Ministerio de Petróleo tampoco contestaron las solicitudes.

No quedó claro si algunos de los cargos que se le imputan a Del Pino tienen sustento. Los fiscales, sin presentar evidencia, lo acusaron de pertenecer a un “cártel” que operaba una trama de corrupción de unos 500 millones de dólares en el occidental estado Zulia.

Pero, el ingeniero educado en Stanford, que dirigió el Ministerio de Petróleo hasta el 26 de noviembre y antes PDVSA durante casi tres años, era conocido como un leal al Gobierno, comprometido con la visión de Maduro del “socialismo del siglo XXI”.

Sólo después de que fue destituido del ministerio, Del Pino comenzó a pensar que podría caer, dijeron tres personas familiarizadas con su arresto. Sus últimos días como hombre libre ilustran como rápidamente puede cambiar el destino, incluso de altos funcionarios del Gobierno.

Justo después de su despido, Del Pino dijo a Reuters en un mensaje por WhatsApp: “Sí, necesito descansar”.

El 29 de noviembre, tres días después de su reemplazo, un agotado Del Pino subió el Ávila, la montaña que se eleva sobre Caracas, dijo una de las fuentes.

Del Pino encontró un lugar tranquilo debajo de un árbol y grabó un video con su teléfono celular. Dijo que se convertiría en una “víctima” de un “ataque injustificado”.

Antes del amanecer del jueves, agentes de inteligencia militar, armados con rifles de asalto y capuchas, tocaron a la puerta de su casa y detuvieron a Del Pino, que vestía una camiseta vinotinto de la selección de fútbol venezolana, según imágenes de la televisión estatal.

Más tarde ese día, el video que Del Pino grabó fue publicado en su cuenta en Twitter. “Espero que la revolución me dé el derecho a la legítima defensa”, dijo, refiriéndose al Gobierno en el lenguaje partidista empleado por Maduro.

Del Pino no ha respondido a las solicitudes de comentarios hechas a través de Whatsapp, donde recientemente cambió su foto de perfil, de una donde usaba una gorra de PDVSA en una marcha con trabajadores petroleros a una de sus hijos.

Después de la detención de Del Pino, los aturdidos trabajadores de la central de PDVSA en Caracas -donde en general estaba bien considerado- vieron las imágenes de su arresto en las pantallas de los ascensores de la compañía, según una de las fuentes.

El temor ha afectado a los empleados de la empresa y el ministerio, según una media docena de trabajadores actuales y pasados de PDVSA. Los gerentes temen firmar documentos de rutina por miedo a que sean usados en su contra.

En desgracia

Maduro promovió a Del Pino, nacido en las Islas Canarias y que tiene pasaporte español, desde la vicepresidencia de exploración y producción de PDVSA a la presidencia de la estatal en 2014.

En ese momento, los ejecutivos extranjeros y analistas petroleros le dieron la bienvenida al cálido tecnócrata y de bajo perfil que reemplazó a Rafael Ramírez, el poderoso zar petrolero del fallecido Hugo Chávez, el predecesor de Maduro.

En un discurso, Ramírez juró que PDVSA sería “roja rojita”, exhortando a sus trabajadores a asistir y apoyar los actos del Gobierno y a vestir el color característico del movimiento fundado por el fallecido presidente Hugo Chávez.

En un cambio simbólico, Del Pino relajó las normas de vestimenta “revolucionaria” y la asistencia a los mítines progubernamentales. También buscó relaciones más cercanas con los socios extranjeros de la petrolera; frustrados por los controles de divisas y la engorrosa burocracia de la estatal.

Pero muchos ejecutivos de PDVSA terminaron decepcionados con la gestión de Del Pino, que no logró implementar cambios radicales y terminó con una baja de la producción de crudo a un mínimo de casi 30 años.

Del Pino, finalmente, se encontró con las manos atadas en una compañía donde la intervención del Gobierno es común. En enero pasado, Maduro reemplazó a muchos de los altos ejecutivos por políticos y militares.

Ya sea que Del Pino y otros ejecutivos sean finalmente declarados culpables o no, muchos en Venezuela ven el oportunismo como la fuerza detrás de la actual purga, y no un esfuerzo para terminar con la corrupción.

El sector, después de todo, ha estado bajo un estricto control del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) desde el inicio del mandato de Chávez hace casi 20 años.

Si bien el Gobierno ridiculizó un informe del año pasado del Congreso, dominado por la oposición, que halló que unos 11.000 millones de dólares desaparecieron de PDVSA en una década, ahora reconoce que muchos votantes apoyan las posturas anticorrupción de sus rivales.

“La lucha contra la corrupción la ha liderado la oposición (...) ahora Maduro quiere adueñarse de esa bandera por la campaña”, dijo Alvarado, el legislador opositor.

Después de sobrevivir a grandes protestas este año y de impulsar una asamblea constituyente plenipotenciaria, Maduro se siente con poder, dijeron funcionarios del Gobierno. El mandatario busca fortalecer su posición para la reelección el próximo año.

También se espera que continúe buscando las formas de atacar las amenazas a su poder político. Algunos en Venezuela ven el arresto de Del Pino como una forma de acabar con un viejo rival: Rafael Ramírez, el exjefe de PDVSA.

Muchos en el gobierno creen que Ramírez, hasta hace poco embajador en Naciones Unidas, tiene ambiciones presidenciales.

El fiscal venezolano no ha mencionado a Ramírez en sus alocuciones, pero altos funcionarios han empezado a repetir en sus discursos que durante su gestión se iniciaron las “mafias” y ascendieron ejecutivos como Del Pino.

Esta semana, luego de que Ramírez criticó al presidente en artículos de opinión en la web, Maduro lo despidió y lo convocó a Caracas, dijeron a Reuters personas familiarizadas con la disputa.

La noche del viernes, la policía arrestó a Diego Salazar, un familiar de Ramírez, en lo que el Fiscal dijo era otra investigación por corrupción.

Ramírez no ha respondido a las solicitudes de información.

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